Qué ilusión nos hacía de pequeños que llegara el 6 de enero para recibir los regalos que sus majestades los Reyes Magos de Oriente nos habían dejado bajo el árbol. Papá Noel generalmente también se pasaba por nuestra casa, pero solo nos traía algún detallito, significando quizá nuestra permisibilidad ante la conquista por parte de las tradiciones anglosajonas.
Bien, pues en todo el Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo) se celebra una tradición propia y complementaria a la del señor con los renos: Sinterklaas -san Nicolás en castellano-. La historia de San Nicolás, que pudiera ser el origen religioso del moderno Papá Noel, se basa en un obispo turco del siglo IV, el cual daba regalos en secreto a los niños. Podemos afirmar que este santo es más que una fuente de inspiración para el moderno Santa Claus, ya que desde la colonia neerlandesa de Nueva Ámsterdam, hoy Nueva York, se extendió por los Estados Unidos de América.
San Nicolás es celebrado como una fiesta tradicional, sobre todo en la localidad homónima, que se encuentra a medio camino entre Gante y Amberes. ¿En qué consiste su tradición? San Nicolás viene en barco desde Alicante, y suele traer dos cosas, una buena y otra mala, además de los regalos para los niños: naranjas -intuimos que valencianas- y chocolate. ¿Os podéis imaginar cuál es cuál? De hecho, un postre típico de esta época, las Orangettes (tiras de naranja bañadas en chocolate) se basarían en la unión de ambos bienes traídos por el Santo.
San Nicolás, con su traje rojo, su mitra, su cayado y su barba blanca, no viene solo. Sus pajes son los “Zwarte Pieten” o Pedritos negritos (suena muy mal, lo sé, pero el color solo hace referencia a las manchas de hollín causadas por bajar por las chimeneas). También va montando un caballo blanco sobre los tejados de las casas.
¿Cómo hacer que San Nicolás nos deje algún presente? Simplemente tenemos que dejar los zapatos fuera de nuestra habitación, y esperar que la mañana del 6 del diciembre haya allí algún regalo para nosotros de parte de San Nicolás.
Y no os olvidéis de portaros bien y seguir a Erasmus en Flandes si queréis que Sinterklaas os traiga algo bonito. ¡Un abrazo navideño!