Te levantas un día cualquiera. Tus compañeros del kot te dicen de ir al parque para pasar el día y tu piensas, bueno pues habrá parques bonitos con bancos en Bruselas también.
De repente llegas a una zona boscosa, rodeada de bonitos edificios como embajadas y tras cruzar una zona un poco más frondosa te encuentras un inmenso parque con césped tan grande que ni la vista te da para abarcarlo entero.
Lo mejor que esto no es todo, existe una bonita isla en medio y se puede coger barquitos para navegar alrededor de ella.
La verdad que es un espacio magnífico para relajarse con los amigos. Es un paraíso. Pero la verdad que lleva siéndolo desde hace algunos siglos ya, pues en 1196 se fundó una abadía en la zona, por lo que no solo la sociedad actual ha visto su potencial, también los ancestros belgas. Aunque los edificios originales fueron arrasados en la Revolución Francesa, los actuales son del siglo XVIII.