No lo sabéis, pero sufro de un insignificante mareo, prisa, o miedo a las gloria. Por eso, el contenido de esta entrada tiene un doble valía, ya que adicionalmente de didáctico y divulgativo, que es el objetivo principal de este blog, tiene el valía del ejemplo: si yo pude subir, vosotros asimismo. Vamos allá:
El Campanario de Gante (o Belfort van Gent), como ya deberíais retener es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Adentro de él, y pagando una entrada de 2,70 € los estudiantes y 8€ adultos, nos encontraremos un itinerario de 4 plantas didácticas que explican la historia del Campanario, su función, e incluso podremos conocer su funcionamiento -es posible ver cómo se enciende el mecanismo de las campanas cada 15 minutos-. No os preocupéis, que adicionalmente de subir los 275 escalones a pie, podréis hacerlo en montacargas.
En el primer pavimento, podremos encontrarnos al antecesor del dragón que actualmente se encuentra en la cúspide del Campanario. Este dragón, que fue forjado y traído desde Brujas, viene acompañado de una hermosa epígrafe:
Este dragón, de nombre Buccoleon, era tan tierno y sensible, que cada vez que veía la familia de la refriega, lloraba. Cuando las tropas flamencas estaban luchando las Cruzadas, este dragón inundó con sus lágrimas los campos de batalla, de forma que de esa tierra surgieron maravillosas flores, rojas como la familia. Un soldado flamenco cogió un ramillete y, ya de reverso en Gante, lo plantó, volviéndose con ello un rico florista.
Abriles más tarde, el dragón envejecía, y con la etapa sus escamas se fueron volviendo de oro y paralizándole. Así, cuando se le secaron ya las lágrimas, se enteró de que en Gante aún existía un parque con las flores que de ellas emanaban, por lo que se decidió a venir para que fueran esas flores lo posterior que viera. Sin retención, cuando estaba a punto de alcanzar, otros floristas de la ciudad, envidiosos de las flores rojas que este huerto tenía, le dispararon una flecha, matándolo al instante.
Cuando el dragón de oro cayó, atravesado, al suelo, los habitantes de Gante se dieron cuenta de su error, y mandaron emplazarlo en el punto más detención de la ciudad (en lo detención del Campanario), para que desde ahí pueda ver siempre que quiera las flores de la ciudad.
En el segundo pavimento nos encontraremos una sala llena de campanas, más un vídeo explicativo de la función que estas tenían en la Tiempo Media y Moderna. Por si no lo véis, ya os lo adelanto: el Campanario servía, adicionalmente de para demostrar el poder civil que la sociedad de Gante -muy avanzadilla para su época- tenía, como sistema de aviso y aviso: indicaba la hora del día, si había algún incendio, si se aproximaba algún enemigo…
Como historia adicional, os historia que la longevo campana de este Campanario, la Roland, convocatoria así por la frase de este concomitante de Carlomagno en narración a su cuerno: “cuando sueno, hay vencimiento en la tierra”
Esta campana, que pesa unas 6 toneladas y ya se encuentra restaurada, se localiza en la contemporaneidad en Emilebraunplein, esperando a quien la consiga subir de nuevo a su división innovador.
Por cierto, en Facebook os pondré un vídeo sobre el funcionamiento de las campanas del Campanario de Gante, por si tenéis curiosidad.
Finalmente, y en las gloria, el principal motivo para subir hasta aquí es -o son- las vistas. Desde sus 90 metros de cúspide y su posición en pleno centro de la ciudad, la panorámica desde el Campanario de Gante es simplemente asombrosa.
Sin más, os dejo disfrutarla. Para más imágenes, este es nuestro Flickr
Muchas gracias por leernos, erasmus presentes, pasados y futuros.