El pasado año el cine español perdió el crédito conseguido en 2016. La crítica coincide en que fue un año relativamente irregular: de decepciones, pero también de sorpresas que han acabado convirtiéndose en auténticos fenómenos fans. Es el caso de “Selfie”, de Víctor García León, “La llamada, de Javier Ambrossi y Javier Calvo o “Verano 1993”, de Carla Simón. Gifs, citas y reacciones a estas películas inundaron las redes sociales, dejando fuera de la burbuja a quienes no tenían acceso a salas que las proyectasen.
Todos estos filmes han estado en la cartelera belga. En el país existe tradición tanto de cine europeo como de consumo en versión original, por su realidad multicultural y, en consecuencia, plurilingüe. Los precios rondan los diez euros, como en España, aunque en nuestro país la realidad del cine en VO esté estancada: no hay oferta de títulos con esa opción ni demanda del público. No es fácil cambiar tendencias de consumo en nuestro país, y como declaraba a Europa Press el Presidente de la Nueva Asociación de Exhibidores de Cine de España, Nicolás Iglesias, “la Versión Original tiene un público tan limitado y estable que la situación ni crece ni decrece”.
En cualquier caso Bruselas, como gran ciudad, ofrece en sus más de treinta cines programación de todo tipo. Esto es, para los que se sienten menos cómodos con el francés, títulos en otras lenguas. En salas dirigidas por grandes cadenas, como UGC Cinema (en Broukere y Toison d’Or) o Kinepolis (junto al Atomium), los espacios son mucho más amplios y la cartelera integra blockbusters y propuestas en inglés, francés y -aunque menos- en flamenco. Como ejemplo de espacio más independiente los cines Arenberg se ubican, entre chocolate y bolsos de lujo, en las Galerías de la Reina: la cartelera suele incluir cine extranjero en VOS, como “Verónica”, de Paco Plaza o la ya mencionada “Verano 1993”. Las entradas para todos los pases valen ocho euros para adultos; las propuestas varían en función del día de la semana, por lo que es recomendable ojear la página web antes de ir.
Igual de interesante, si no más, es la Cinematek, un espacio dedicado al mundo audiovisual que proyecta cine clásico por tres euros la sesión. Las películas mudas suelen acompañarlas de piano en directo: un plan para pasar las tardes más frías de la capital.