La semana pasada ya os conté cómo comenzó mi viaje a Malinas y os enseñé algo más concreto de la ciudad: sus maravillosas tiendas de regalos. Si no lo habéis leído todavía, ¡pasaros por aquí!
Ahora quiero mostraros un poco más de esta ciudad flamenca: sus rincones secretos y detalles curiosos. Pero como dicen por ahí, lo importante no suele ser el destino, sino el camino hasta llegar a él. Y en este caso el camino es, como poco… interesante. ¡Así que os dejo con para contextualizar la situación!
Dicen que la curiosidad mató al gato… En mi caso, ¡mi curiosidad casi me deja encerrada en un garaje! Tras el susto inicial, me gusta pensar que he visto algo único de Malinas, desconocido para todo el mundo -bueno, excepto para los vecinos que tienen la suerte de aparcar ahí-.
En mi visita descubrí que en esta ciudad el encanto está en las pequeñas cosas. En los reflejos en los canales, en los escaparates de las tiendas, en las torres que desaparecen entre la niebla, o en los estrechos pasadizos entre edificios. En sus tranquilas calles y sus muchos ciclistas. Disfruté muchísimo haciendo fotos, ¡y aquí tenéis algunas de ellas!
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Detalles navideños
Las fotos secretas: las inesperadas vistas desde el aparcamiento
La cultura de la bicicleta no defrauda
Calles estrechas
La torre de la catedral, siempre asomando
Mujeres decepcionadas
¿Arte?
Tomemos esto como un pequeño trailer; próximamente tendréis el vídeo de la visita completa a Malinas, ¡una preciosa ciudad guardada en secreto!