Nacido en Amberes en 1958, es uno de los artistas contemporáneos más refrescantes e innovadores, pero también polémicos de la Europa actual. Desde cubrir las columnas clásicas de un edificio universitario de Gante con lonchas de jamón hasta producir una obra de teatro de 24 horas de duración, no hay límite que este artista no se proponga traspasar. Y eso que no he mencionado aún los más impactantes.
¿De quién hablamos? De Jan Fabre, por supuesto.
La decisión de hablaros de Jan Fabre en este momento no es fortuita, ni mucho menos. Si habéis seguido el blog en los últimos meses habréis visto que hemos mencionado a Peter Paul Rubens en varias ocasiones, sobre todo ahora con motivo del gran festival que va a tener lugar este año en la ciudad belga: Amberes barroca 2018, Rubens como inspiración. Pues bien, la cuestión es que Jan Fabre, polifacético artista contemporáneo, y Rubens, Maestro flamenco del siglo XVII, están mucho más relacionados de lo que parece. ¡Os cuento!
En 1628, la Orden de San Agustín encargó a Rubens el lienzo para el altar principal de un retablo que completarían otros grandes pintores de la época: Jacob Jordaens y Anthony van Dyck, su alumno más destacado. Con los años, la tradición histórica de encargos eclesiásticos se había perdido completamente, hasta que este año, como parte de los eventos del año de Rubens 2018, la iglesia de San Agustín de Amberes decidió elegir a un pintor contemporáneo para crear un nuevo retablo que tendrá un lugar permanente en la misma. Éste fue, por supuesto, Jan Fabre.
Dicen de él que es el artista amberino de nuestro tiempo más rubenesco, y es que estuvo ligado a Rubens desde sus inicios cuando, siendo un niño, su padre le llevaba a pintar obras del Maestro.
Nací y me crié en esta ciudad y venía a esta pequeña catedral cuando era un niño
Su obra, como él mismo dice, a menudo está más cerca del arte medieval tardío o de los premodernos que del arte contemporáneo; siendo heredero de una larga tradición de arte flamenco. La nueva obra que Fabre exhibirá en la iglesia, basada en las mismas directrices que los maestros barrocos recibieron siglos atrás, estará inspirada en las piezas originales. Y aún así seguro que no deja a nadie indiferente. Ha estado dos años trabajando en ella, y su inauguración finalmente tendrá lugar el 30 de junio de este año.
No es la única obra suya que podemos encontrar en Amberes; la estatua de bronce conocida como The man who measures the clouds (El hombre que mide las nubes), por ejemplo, se alza en el tejado del centro artístico De Singel desde 1999 (Desguinlei 25).
Puede parecer curiosa la elección de este polifacético artista para realizar una obra en una iglesia si se tiene en cuenta su trayectoria en otros ámbitos, donde su imagen de marca es la brutalidad llevada al límite. Le gusta provocar, y habitualmente la ironía es su mejor arma.
La ironía es algo que solo puedes conseguir con una sonrisa. Para mí, es la mejor arma para analizar el mundo.
La obra de Jan Fabre genera controversias entre los críticos y el público por tratarse de creaciones que en algunos casos resultan de difícil clasificación, por la utilización de elementos y materiales provocadores o bien por el atrevimiento de su obra experimental. Desde los dibujos con sangre, lágrimas y esperma de finales de los 70 hasta sus esculturas realizadas ensamblando secciones de hueso humano, en 2008 expuso El ángel de la metamorfosis en el Museo del Louvre, donde instaló 470 lápidas y reprodujo un supuesto gusano que trató como su autorretrato. Unos años después presentó en Madrid un muestra repleta de calaveras humanas, cruces y animales muertos, y en 2012 se ganó la desaprobación del público al publicar un vídeo en el que experimentaba lanzando gatos al aire, recibiendo agresiones y denuncias.
Pero a pesar de todo ello la admiración de Fabre por Rubens es palpable en su trabajo, especialmente en el teatro. Según él la luz en las pinturas del Maestro era artificial, y él usa esa misma luz de Rubens en sus obras de teatro; como dijo en una entrevista, para él “Rubens fue el mejor director de escena.”
Lo que está claro es que más allá de la controversia que suscitan sus obras, la expectación que genera Jan Fabre no la consiguen otros artistas. Ya nos queda poco para que se desvele el misterio de la obra que prepara para este festival en homenaje a los maestros barrocos.