María me llevó a pasear una mañana por el parque de Josaphat, en el barrio de Schaerbeek. Era un día soleado y pensé en lo grandes que eran los arboles aquí y en qué necesidad hay de tener fuentes en medio del estanque. Después nos acordamos de que, con el frio, el agua del canal se congela. También discutimos sobre las formas de las ramas —yo pienso que no son naturales—, y durante un rato estuvimos en silencio.
No hablamos pero de cómo este sitio fue bautizado así el 1574 por su similitud con el auténtico valle de Josaphat en Israel. Tampoco sabíamos que este parque se creó como una zona verde durante el proceso de adhesión de la comuna de Schaerbeek a la Bruselas del siglo XX. Y por supuesto no tuvimos en cuenta que, según se dice, Leopoldo II -quién era sensible a la belleza del valle- salvó los arboles de este parque comprando a escondidas las tierras privadas que lo conformaban.