La patata frita es el emblema nacional de Bélgica. Y Fritland, uno de los lugares más populares para comerlas en Bruselas. Se encuentra en el centro de la ciudad, detrás del edificio de la Bourse (Rue Henri Maus 49), y se caracteriza por su sabor, sus grandes raciones y sus precios asequibles. Otro plato conocido en Bélgica y disponible en Fritland es la ‘mitraillette’, un súperbocata que además de patatas fritas lleva carne, ensalada y la salsa.
Se dice que los belgas son una nación de Gourmands, y no de Gourmets. Es decir: Prefieren la “Gran Cocina” que la “Fine Cuisine”; una cocina de grandes proporciones, no de gran calidad. También se dice que los belgas han reinterpretado las tradiciones gastronómicas de Francia de manera original; o que se sirve la cantidad de comida de Alemania y la calidad de Francia. En todo caso, creo que el hecho de tener a la patata frita -Internacionalmente conocida como “French Frie”- como emblema nacional en Bélgica (y no en Francia) tiene mucho que decir de la ambigua identidad de éste país: Bélgica ha sido capaz de transformar la patata en patrimonio nacional y en eje de la cultura gastronómica popular. Dejando de lado el eterno debate sobre el origen francés o belga de las patatas fritas, los belgas son los maestros sin discusión en la actualidad. Sí. Puede que no tengan el país más grande. Ni la sociedad más unida. Ni la identidad nacional más definida. Pero si algun conflicto han superado; si alguna lucha les ha unido, es la batalla popular por la patata frita. Si han podido arraigarse a un emblema para conformar su identidad, es la patata. La patata. Frita. La patata conforma una sola identidad ambigua, diversa y uninforme.