La primera entrada la dedicaré al Sol. ¡Aquel que nos alegra y nos da la vida! Seguramente, os preguntareis que es lo que se me pasa por la cabeza para haber elegido este tema viviendo en Bélgica, donde el sol brilla por su ausencia…¿no?
No os voy a mentir, aquí las nubes casi siempre ganan la batalla. Sin embargo,tengo que decir que yo me lo esperaba peor, mucho peor. Antes de venirme aquí mi mente mediterránea se había hecho a la idea de que no iba a ver el sol en meses, cual erasmus en Finlandia (un minuto de silencio para los erasmus en Finlandia) pero sorprendentemente no resultó ser tan así.
Me acuerdo que en septiembre y octubre el Sol todavía salía a menudo, eso sí, en cuanto se ponía, ojito con el frío. Lo que para mi era un invierno en España aquí era un: «si todavía no hace frío, espera y verás»– decía mi compañera belga seguido de una risa malévola. Pero aún así, podíamos disfrutar de vez en cuando de un buen día soleado. Sin embargo en noviembre y diciembre ya se puso la cosa seria: el señor Sol, decidió irse de vacaciones…Como mucho cinco o seis días de sol al mes, no más. O al menos así los recuerdo, como unos meses muy oscuros: nieve, frío, más frío, más nieve…etc. Y entonces cuando ya empezaba a hartarme de verdad y a autocompadecerme (yo, la más entusiasta de la tierra, incluso llegué a maldecir el día en que elegí un destino en el Norte de Europa) llegó enero para rescatarnos de las tinieblas. En mi opinión, algo hizo clic. Algo en el ambiente estaba cambiando, la carrera hacia la primavera ya estaba en marcha. El tiempo ese mes fue genial. Aunque con frío, el sol volvía a brillar con fuerza y los pajarillos ya cantaban por la mañana ( según mi amiga Natalia también cantaban en diciembre pero el caso es que yo no los oía…). Febrero siguió en la línea de enero, pero a final de mes las lluvias y el frío se instalaron otra vez y con ellas llegó marzo, un mes que por naturaleza bastante agradecido ( principio del cuatrimestre, inicio de la primavera, felicidad generalizada, ausencia de preocupaciones..etc) en este caso no iba nada acompañado por el tiempo.
Por desgracia la lluvia y el frío siguen empeñados en estropearme mis expectativas de un tiempo mejor. Elke, mi compañera de piso belga y amante del buen tiempo, tiene una teoría: «cuanto más largo y frío es el invierno, mejor es el verano». Vosotros y yo sabemos que esta teoría viene siendo lo que se llama sacada de la manga pero como tener esperanzas es gratis, yo me la creo, asiento y le sonrío : )
Eso sí, sólo os puedo asegurar una cosa en cuanto al Sol y es que como aquí no abunda, cuando aparece es una fiesta. Y es que lo bueno es que en Bélgica el Sol no se anda con medias tintas, cuando aparece, aparece. Cielo despejado 100%. Y cómo todo el mundo sufrimos igual por su ausencia, el día que sale las calles se frecuentan , los canales como el Graslei se convierten en centros de quedada, las terrazas se llenan y cualquier escusa es buena para no quedarse en casa. Claro que por otro lado el tiempo es absolutamente impredecible. Me contaban que un año tan pronto podía estar haciendo calor en abril, como nevando en marzo.
De todas formas para demostraros que en Gante el Sol también brilla, os dejo este vídeo : )
Por cierto, la canción es de un grupo belga Girls in Hawaii
2 comentarios
Enorabuena por tu nuevo cometido Helena!
Mi espiritu mediterraneo también se inquieta.. el sol es parte de nosotros! y seguro que al principio su ausencia me resultará un poco triste.. pero bueno, seguro que con la pila de cosas que voy a hacer hasta me olvido de él 🙂
Hola Javi!
Bueno, parece que cada vez más el Sol se anima a visitarnos por aquí por Bélgica : D yo tengo fe.. aunque también miedo porque aquí los días soleados incitan al ocio….mucho, mucho! haha pero podremos lidiar con ello 🙂