Son cosas que pasan… vas a un evento y, sin comerlo ni beberlo, te ves en medio de unas 150 personas haciendo actividades en un idioma que tú no hablas. Para no dar el cante, tu instinto te recuerda: «Donde fueres, haz lo que vieres».
Te ilusionas porque tiene pinta de ser un evento interesante y porque parece tener cierta importancia a nivel local. Así que asistes.
Y así hice. Pero, de nuevo, pecando de no informarme lo suficiente. Lo que sí sabía de antemano era que el evento se trataba de la Gran Final de «Expedition Do!«, un concurso en el cual varias start-ups punteras de Gante y de otras regiones de Bélgica competían por tener la mejor idea de negocio y la proyección más prometedora. El primer premio, otorgado por un prestigioso jurado, consistía en entradas para el gran evento empresarial SLUSH que se celebra cada año en Helsinki.
Tras validar mi entrada (que aunque gratis, había que sacarla) y dejar mi abrigo en el ropero, entré en la sala del acto. Me encontré con un bonito teatro de ambiente pomposo y, entre la muchedumbre, alcancé a ver una butaca libre al final de la sala. Allí me senté, de manera discreta, a esperar que el evento empezase.
Llegó el momento.
Las luces se atenuaron y un presentador salió al escenario. Y con él, mi sorpresa. A pesar de que toda la información que había recibido previamente del evento era en inglés, resulta que la gala en sí se celebraba en flamenco. Me lo tomé con filosofía y positividad: «Quizá hasta aprenda algo del idioma a lo largo de la tarde».
Pero mi verdadero shock llegó cuando el presentador se dirigió al público y, de repente, todos se pusieron en pie. No tenía ni idea de lo que estaba sucediendo, pero si algo tenía claro era que no podía ser el único de la sala que se quedase sentado. Tras otra orden del presentador, todo el mundo empezó a chocar los cinco con el de al lado. Y allí estaba yo, chocando los cinco con desconocidos sin saber muy bien por qué. Esta serie de interacciones continuaron durante 5 eternos minutos que, al parecer, servían para romper el hielo. Y al fin, el foco se centró en las empresas finalistas.
Ingenuo de mí, pensé que estaba completamente infiltrado.
Me levantaba cuando todos lo hacían y aplaudía y reía de la misma manera. El problema llegó en una corta pausa que se hizo a mitad de la gala, cuando un grupo de chicos belgas se dirigieron a mí en flamenco. Mi fachada se desmoronó por completo y, al final, resultó ser lo mejor que me podría haber pasado. Este grupo de cinco me acogió como uno más y se encargó de traducirme los momentos más relevantes de la segunda parte, lo cual fue una gran mejora con respecto a la primera. Tras finalizar la tarde, fuimos todos a tomar algo y nos encargamos de seguir en contacto. A día de hoy, hemos forjado una buena amistad.
La moraleja de esta pequeña anécdota no es otra que:
«No tengas miedo a abrirte a los demás»
Mirando atrás, no puedo evitar pensar que fue una tontería tratar de pasar desapercibido. Al fin y al cabo, la mayoría de las cosas son mucho mejor si las compartes. Además, en Gante no te costará encontrar personas que estén dispuestas a ello.
Por otra parte, la cantidad de eventos que se celebran en la cuidad también ayuda mucho a conectar con gente nueva. Expedition Do! solo es un ejemplo, pero en aplicaciones como Eventbrite o simplemente online puedes encontrar infinidad más.
Si tienes algo de curiosidad por Expedition Do!, te dejo aquí un enlace con información de la próxima edición.
Y si tienes algo de curiosidad por Bélgica, Gante y su gente, te digo: ¡sal ahí, no pases desapercibido, habla sin miedo y disfruta!
OS ESPERO EN EL PRÓXIMO POST: «Descubre aquí lo mejor de Gante»
Os invito a este extraño lugar. Aunque las visitas no son frecuentes, haremos de esta ocasión la excepción que confirma la regla. Bienvenidos a mi cabeza.
Seguidme, os llevaré a un sitio muy especial. Normalmente, tras esta puerta pintada de colores, uno puede toparse con espaguetis flotantes, junglas de pingüinos o ciudades invisibles… A decir verdad, la mayoría de las veces, ni siquiera yo mismo estoy seguro de lo que me espera al girar el pomo. De todas formas, hoy podéis estar tranquilos. Hoy sí sé lo que hay al otro lado:
Al otro lado está Gante. Y sus calles adoquinadas, clones en bici, música abstracta, dinosaurios, idiomas alienígenas, hechizos y, dentro de esta normalidad, infinidad de locuras.
Lo más seguro es que si os dejase sueltos por este lugar, acabaríais majaras. Como no queremos eso, os lo voy a enseñar poco a poco, durante cinco meses.