Son cosas que pasan… te instalas en un país y, eventualmente, toca ir al supermercado por primera vez. El bochorno viene cuando, tras recopilar todos tus productos e ir a caja, no puedes pagar la compra. «¿Por qué siempre me pasan estas cosas a mí?»
No es que no lleves dinero, simplemente es que se te ha escapado un importante factor: la validez de tu tarjeta en un país ajeno.
Acababa de llegar. Se podría decir que prácticamente estaba con una mano delante y otra detrás. Necesitaba comprar muchas cosas y, como es lógico, iba a tener que gastar más dinero de lo que una compra normal supondría. Pero, hasta ahí, no hay problema. Es sabido que trasladarse de un país a otro es causa de numerosos gastos extra, y hay que asumirlos. Un carrito de la compra lleno después, me dirigí a la caja.
Como el dinero en efectivo que tenía en la cartera no era suficiente, saqué la tarjeta MasterCard para saldar mi cuenta. Y ahí vino el problema: «no aceptamos MasterCard«. Sí, ya sé que pensabas que MasterCard era imbatible, pero en Bélgica no lo es. Tras la vergüenza de pasar por caja y no poder pagar, tuve que devolver la compra. Jamás había comprado y des-comprado. Hay una primera vez para todo.
Y es que el tema de las tarjetas en Bélgica tiene truco. Ellos suelen tener la tarjeta Maestro, que se puede usar en todas las situaciones. La Visa o MasterCard siguen siendo útiles pero exclusivamente en ciertos negocios. Lo que yo te recomiendo para no verte en un marrón como el mío es planificar tus compras y tratar de llevar siempre dinero en efectivo.
Sí, sé que sacar dinero en el extranjero también tiene truco. Sé que las comisiones son pequeños demonios que nos persiguen en nuestros peores momentos. No obstante, tienes al alcance de tu mano muchas opciones que te van a permitir sacar tu dinero de los cajeros completamente gratis. Por si esto te interesa, que imagino que sí, aquí te dejo una página donde la información sobre este tema está muy clara y actualizada.
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Os invito a este extraño lugar. Aunque las visitas no son frecuentes, haremos de esta ocasión la excepción que confirma la regla. Bienvenidos a mi cabeza.
Seguidme, os llevaré a un sitio muy especial. Normalmente, tras esta puerta pintada de colores, uno puede toparse con espaguetis flotantes, junglas de pingüinos o ciudades invisibles… A decir verdad, la mayoría de las veces, ni siquiera yo mismo estoy seguro de lo que me espera al girar el pomo. De todas formas, hoy podéis estar tranquilos. Hoy sí sé lo que hay al otro lado:
Al otro lado está Gante. Y sus calles adoquinadas, clones en bici, música abstracta, dinosaurios, idiomas alienígenas, hechizos y, dentro de esta normalidad, infinidad de locuras.
Lo más seguro es que si os dejase sueltos por este lugar, acabaríais majaras. Como no queremos eso, os lo voy a enseñar poco a poco, durante cinco meses.