La magia del Erasmus
El mes comenzó de la mejor manera posible. Mis amigos y yo nos disponíamos a entrar en una de las mejores discotecas de techno de todo Amberes. Habíamos ido a pasar el finde y como no, nos habíamos acabado liando de fiesta.
Miré a mi alrededor y me di cuenta de la cantidad de culturas, países, idiomas y personas diferentes estábamos ahí reunidas. Sin embargo, a pesar de todas esas diferencias, sentía a cada uno de ellos más cerca que nunca.
En un mes se habían convertido en esenciales para mí. Habían estado ahí para acompañarme, escucharme, apoyarme, para reír y para bailar, para descubrir y para soñar. Juntos habíamos visitado nuevos lugares, habíamos llorado de la risa, habíamos cantado canciones gritando a pleno pulmón, habíamos confiado nuestros mayores secretos y compartido nuestros sentimientos más profundos.
En tan solo un mes.
Es la magia del Erasmus supongo, nadie sabe cómo ni por qué, pero simplemente surge. Rompiendo las barreras del lenguaje, de las tradiciones, de la cultura y el humor. Y nace de manera sencilla y real. Ese día disfruté muchísimo a su lado, sentí que les conocía de toda la vida. Me sentí en casa, a 1609km de ella.
Los días siguientes todo marchaba viento en popa, no parábamos de pensar en nuevas ideas de viajes, en nuestra lista bailaba Ámsterdam, Londres, Berlín, Praga… Mirábamos vuelos, trenes, autobuses, hostales, hoteles… Nos pasábamos horas organizando lo que iba a ser el Erasmus de nuestra vida, entre risas y cervezas “delirium”.
Un giro inesperado…
Yo esperaba ansiosa el 13 de Marzo, pues iba a ir a París a encontrarme con mis amigos de España, que también estaban de Erasmus por Europa. Creo que fue la noche de antes cuando me di cuenta de que las cosas no iban a salir como estaban planeadas.
En las noticias no hacían más que subir el numero de contagiados de ese virus, COVID-19. La universidad nos acababa de comunicar que las clases iban a dejar de ser presenciales, nos avisaban de que pronto cerrarían restaurantes, tiendas, museos.
Decidí que pasará lo que pasará no iba a permitir que nada arruinara mi Erasmus. Aún podía salir a pasear, tenía mi bici, una ciudad preciosa por fin vacía de turistas, canales, paseos, molinos, pueblos y castillos que visitar. No era el Erasmus que esperaba, pero bajo ningún concepto lo iba a desaprovechar.
Mi nombre es Luna, tengo 20 años y vivo en Madrid. En general soy una apasionada de la vida, de los viajes, el arte, la música, el baile, el surf, el mar, la escalada… todo lo que suponga una aventura para mí siempre será un SÍ.
Este semestre mi aventura comienza fuerte: me he mudado a Brujas ¡La ciudad de ensueño! Y aunque apenas lleve aquí una semana, os puedo asegurar que así es. Todas las calles están bañadas de un aura especial, casi mágica.
Recuerdo una de las primeras noches aquí, entre las vacaciones y la lluvia las calles estaban vacías. Paseando a la luz de las farolas, sentí como si me transportara a otra era… Los suelos empedrados, el musgo creciendo por las paredes de una gran iglesia gótica, cuyas vidrieras relucían con luz propia. Todo parecía salido de un precioso y enigmático cuento medieval.