Hay quien cree que el destino está escrito, que la vida guarda ases bajo la manga y que tiene un plan claro para cada uno de nosotros. Y es que con historias como la de Rosa Merckx, cuanto menos, uno se plantea tal posibilidad.
En el año 1946, una joven dejó el ballet con la intención de ganar algo de dinero. Tras buscar diferentes puestos de trabajo, consiguió ser contratada como secretaria en una empresa local cervecera, Liefmans. Su historia comenzaría cuando, un día cualquiera, su jefe le pidió opinión sobre el sabor de la cerveza que allí se producía y, tras catarla, Rosa reconoció que el sabor era demasiado agrio. A partir de su criterio, la producción de la cerveza comenzó a cambiar. Según el sabor fue variando hacia un tono más dulce, la voz de Rosa cogió más importancia, hasta el punto de ser una pieza clave en la empresa. En 1972, su jefe falleció y fue ella la que tomó las riendas del negocio. Desempeñó un papel crucial para estabilizar la situación del momento y para que ningún trabajador perdiera su puesto de trabajo. Hasta el día de hoy, Rosa, también conocida como Madame Rose, sigue siendo la responsable de Liefmans y teniendo ese carisma que hizo de una empresa con potencial, un imperio cervecero internacional.
A sus 96 años, esta increíble mujer confiesa estar enamorada de la cerveza y continúa siendo fiel a aquel criterio que la hizo llegar a donde ha llegado: aquella cerveza era demasiado agria. De tal forma que la Liefmans actual siempre fue y será la Liefmans de Rosa Merckx. Y como ocurre con toda buena leyenda, se oyen historias. Historias que dicen que Madame Rose jamás ha enfermado y que no tiene necesidad de beber agua. Porque, según ella, para beber ya está la cerveza.
Imagino que tendréis curiosidad por ponerle cara a esta figura. Pues bien, voilà:
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Os invito a este extraño lugar. Aunque las visitas no son frecuentes, haremos de esta ocasión la excepción que confirma la regla. Bienvenidos a mi cabeza.
Seguidme, os llevaré a un sitio muy especial. Normalmente, tras esta puerta pintada de colores, uno puede toparse con espaguetis flotantes, junglas de pingüinos o ciudades invisibles… A decir verdad, la mayoría de las veces, ni siquiera yo mismo estoy seguro de lo que me espera al girar el pomo. De todas formas, hoy podéis estar tranquilos. Hoy sí sé lo que hay al otro lado:
Al otro lado está Gante. Y sus calles adoquinadas, clones en bici, música abstracta, dinosaurios, idiomas alienígenas, hechizos y, dentro de esta normalidad, infinidad de locuras.
Lo más seguro es que si os dejase sueltos por este lugar, acabaríais majaras. Como no queremos eso, os lo voy a enseñar poco a poco, durante cinco meses.