Algo de inspiración y unos sprays es todo lo que hace falta para convertirte en grafitero por un día. Gante acoge el street art con los brazos abiertos y te brinda la oportunidad de colorear una de sus calles. Eso sí, hay ciertas normas no escritas que se deben respetar. Te cuento todo lo que debes saber.
Para ver con tus propios ojos de lo que hablo, solo tienes que acudir a la calle Werregarenstraat en Gante, también conocida como La Calle del Grafiti. Este pequeño callejón es el punto más colorido de todo Gante. Grafitis a la derecha, grafitis a la izquierda, ¡e incluso el suelo se une a la causa! Por más de dos décadas, este escenario cambiante ha sido objeto de curiosidad y libre expresión. Como turista, no hay nada más interesante que descubrir colores diferentes cada vez que visitas el lugar.
Este es uno de los pocos puntos de la ciudad en los que puedes dar rienda suelta a tu arte grafitero de manera legal. Por esta razón, a pesar de que la mayoría de obras se ven claras y profesionales, muchas otras quedan un tanto desfiguradas y amateur. Justamente, este es el «por qué» de la primera regla no escrita: respetar toda obra que sea de mejor calidad que la que te dispones a crear. La segunda de estas reglas va enfocada hacia el mismo objetivo: no vandalizar. Todos aquellos que no respeten estas dos normas serán llamados Toys (Juguetes, en español) como signo de deshonor hacia la comunidad artística.
Te recomiendo visitar (a menudo) Werregarenstraat. Y, si te atreves, te animo a dejar tu pequeño sello efímero plasmado en uno de los muros. Eso sí, cuidado con ser un Toy.
En fin, arte, libertad y Gante. ¿Quién no caería rendido ante cualquiera de las tres?
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Os invito a este extraño lugar. Aunque las visitas no son frecuentes, haremos de esta ocasión la excepción que confirma la regla. Bienvenidos a mi cabeza.
Seguidme, os llevaré a un sitio muy especial. Normalmente, tras esta puerta pintada de colores, uno puede toparse con espaguetis flotantes, junglas de pingüinos o ciudades invisibles… A decir verdad, la mayoría de las veces, ni siquiera yo mismo estoy seguro de lo que me espera al girar el pomo. De todas formas, hoy podéis estar tranquilos. Hoy sí sé lo que hay al otro lado:
Al otro lado está Gante. Y sus calles adoquinadas, clones en bici, música abstracta, dinosaurios, idiomas alienígenas, hechizos y, dentro de esta normalidad, infinidad de locuras.
Lo más seguro es que si os dejase sueltos por este lugar, acabaríais majaras. Como no queremos eso, os lo voy a enseñar poco a poco, durante cinco meses.