¡Goedemorgen Erasmus!
Ya vuelvo a estar aquí con ganas de hablar de Van Eyck y completar su tríptico. Este segundo panel lo voy a dedicar a la obra maestra que a todos os sonará: La Adoración del Cordero Místico (1432), que podéis observarlo online en la plataforma Art in Flanders.
En el anterior post Tríptico Van Eyck I os hablé de los «preliminares» para sacar el máximo provecho de esta obra. Como ya habréis leído, gracias a la visita al MSK pude familiarizarme antes con los retratos, la técnica pictórica flamenca y la descodificación de los símbolos, cosas que fueron muy importantes a tener en cuenta cuando visité el Cordero Místico.
Como os prometí, en este post os voy a hablar de mi experiencia visitando esta obra maestra, especialmente sobre lo impactante de su pequeño (gran) tamaño y de dónde y cómo se ubica.
¡Empezemos!
Un gran políptico en San Bavón
Los cuadros que visité en el Museo de Bellas Artes son de dimensiones medias; no los podríamos poner en un maletín ni compararlos a una gran pintura mural (como por ejemplo, La Creación en la Capilla Sixtina en Roma). Sin embargo la pintura flamenca, en general, trabaja con lienzos de pequeño formato… ¿Qué pasa entonces con el Cordero Místico? «Pequeño», justamente, no es…
Durante mi cita para verlo (ya sabéis que toda visita debe reservarse por adelantado, en el caso del Cordero desde aquí) me sorprendí de sus grandes dimensiones. Cuando entréis en la capilla lateral de la Catedral de San Bavón entenderéis por qué lo digo: el políptico ocupa casi toda la longitud de esta espacio en semi-penumbra al que podemos acceder después de ver un pequeño vídeo donde se explica su iconografía y la historia de su restauración. Si sois bajitas como yo tendréis que alzar la vista para observarlo en toda su magnitud, pues el lienzo reposa elevado detrás de una jaula de cristal que lo mantiene en sus condiciones idóneas.
Mientras dábamos la vuelta a la obra me fijé en una señora que llevaba unos pequeños binóculos, como los de los que usan algunos asistentes a la ópera. No me pareció una mala idea dado que el Cordero, quizás el elemento más característico del cuadro, lo observamos desde más o menos dos metros y tiene el tamaño de aproximadamente un puño. Ver sus famosos ojos restaurados de cerca no es algo factible; la visita de esta obra debe consistir más bien en captar toda la narrativa de la Redención de la humanidad a través del sacrificio de Jesús (el cordero).
Hablo de «dar la vuelta» porqué como ya sabréis, el políptico está abierto -algo novedoso, pues durante mucho tiempo solo durante las festividades religiosas podía contemplarse su interior- y por ello podemos observar a la vez los paneles exteriores (con el episodio de la Anunciación y los retratos de los donantes, Joos Vijdt y Lysbette Borluut) y los interiores (con la Adoración del Cordero en la parte inferior representado el mundo terrenal y el mundo divino en la parte superior).
Adentrados en la Adoración
Después de haber pasado ya un rato adentrados en la adoración cada vez detectaremos más cosas que nos harán comprender el valor de este cuadro. Si el otro día hablábamos de los detalles de la fruta, hoy podemos observar la textura del fruto de Eva con la mano así como sus cabellos finos y deshilados. Otros detalles sorprendentes son los que vemos en los paisajes, ricos de distintas especies de plantas (yo creí vislumbrar un pino en el panel inferior derecho, un árbol bastante exótico en Flandes…) o la expresión de los ojos de los personajes. Todas las miradas se esparcen en la escena pero hay una, la de Cristo en Majestad, que se posa sobre nosotros. Las coronas que yacen sobre su cabeza y sus pies nos permiten fácilmente identificarlo, pues este es uno de los símbolos religiosos más reconocibles.
Sin embargo, como buenos detectives que somos nos podemos fijar en otros detalles «profanos» como por ejemplo el suelo que pisan los músicos, hecho de cerámica china. Así, poco a poco nos damos cuenta como Van Eyck no solo era conocedor de los efectos ópticos y gozaba de una técnica del detalle enorme sino que con detalles como el de la cerámica nos habla -en código- de la riqueza, los viajes y el estatus del pintor y sus clientes.
Por cierto… No creáis que vi el suelo de las sopranos y dije: «¡Oh sí! Eso es cerámica china». Ni por asomo. Lo que pasa es que después de mi visita tradicional hice una segunda parte menos convencional para ahondar más en van Eyck y su paso por Gante, con guías, distintos recorridos y mucha nueva información… En mi próximo post, la última parte de este tríptico Van Eyck, os voy a hablar de todo ello.
¡Hasta entonces os mando un fuerte abrazo!
2 comentarios
Gran artículo! Muy ameno y con atención al detalle.
¡Gracias Arnau! Me alegro que lo hayas disfrutado. ¡Nos leemos! 😉