¡Buenas Erasmus!
El otro día mientras estaba en el boat tour, como ya os comenté en este post, pude acercarme a la Gante más industrial. Me di cuenta de que sí, Gante es una ciudad de cuento con su Castillo de los Condes y sus magníficas iglesias, pero también tiene un pasado industrial que impregna la ciudad.
Para sacar un poco de la sombra esta otra historia decidí hacer una visita al Museo de la Industria. Pese a que a causa del coronavirus solo se pueden visitar dos de sus cuatro plantas, la visita me permitió conocer por un lado la historia de la imprenta y por otro aprender sobre la industrialización en Flandes y Gante.
Historia de la imprenta: 300 años de industria gráfica
Todos hemos estudiado en el colegio lo importante que fue la imprenta y su inventor, Gutenberg. Hasta aquí, todo bien; sin embargo conceptos como la monotipia, la linotipia o incluso la litografía son técnicas que, al menos yo, no tenía tanto por la mano…
El recorrido actual del Museo del Diseño, adaptado a las medidas para prevenir el COVID-19, empieza en la tercera planta, donde podemos ahondar en la historia de estos tres siglos de industria gráfica. Sorprendentemente, el recorrido no es cronológico; lo primero que haréis si visitáis estas amplias plantas llenas de luz y de maquinaria de todo tipo es encontraros una impresora actual -la típica de los campos universitarios-.
Con esta impresora podréis obtener lo que el museo llama un Minizine: una gran cartulina de colores con tu nombre que deberás rellenar a lo largo de la visita por la exposición de la imprenta.
Aunque penséis que esta cartulina es algo para niños, os aseguro que para nosotros es igual de interesante; rodeados de sintéticas explicaciones en inglés y francés, fotos y máquinas, cada una de las seis actividades nos ayudan a recordar y comprender las técnicas descritas en los paneles. Completando paso a paso este Minizine podréis poner en práctica toda la explicación que se da sobre la teoría de los colores, podréis grabar vuestra propia escena en el cartón, y hasta comprender la dificultad de la invención de distintas tipografías. Todo ello lo haremos acompañados de paneles que nos hablan sobre ciudadanos de Gante que entre el siglo XIX y XX dedicaron su vida a la industria gráfica.
El algodón y la industria textil: historia local
Siguiendo las flechas que nos pautan el recorrido, después de visitar la exposición sobre la historia de la imprenta nos dirigimos a la planta superior, dedicada al algodón y la industria textil. Esta es una parte especialmente interesante pues contiene algunas de las joyas del museo y acopla el contenido del museo con su forma, pues el edificio de este es una antigua hilandería de cotón que operó hasta el 1975.
La historia del algodón en Flandes y Gante empieza en el siglo XVI, momento en que la producción de lino era la ocupación principal de las familias de campesinos. El lino que producían se llevaba a la Vrijdagmarkt, el centro del comercio textil flamenco, donde los comerciantes compraban los productos y desde allí el popular lino gantés viajaba hacia toda Europa.
Con la revolución industrial, el algodón reinó por encima de todos los demás materiales. Este momento de eclosión industrial afectó también a Gante, ciudad en que floreció la industria textil con gran rapidez; los que antaño habían dedicado su vida a la lana y el lino ahora se desplazaban, en bloque familiar, a trabajar en las fábricas textiles. La transformación de la ciudad fue tal que hasta el Castillo de los Condes, el Gravensteen, fue transformado en una fábrica de algodón.
Avanzando por la exposición encontraremos las dos joyas del museo, las máquinas Mule Jenny y la selfactor. El recorrido cronológico alcanza las últimas décadas del siglo XX, completando la visita con testimonios actuales y contemporáneos que nos hablan de los últimos vestigios industriales en Gante.
Ya veis que la visita al Museo de la Industria estuvo llena de materiales y períodos distintos, aunque solo me fue posible visitarlo parcialmente. ¡Espero que os haya convencido para que le hagáis una visita, y que entonces, aún podáis ver muchas cosas más!
¡Yuuu Erasmus!