Parece mentira que pueda haber un desierto en Bélgica y más concretamente en Limburg, rodeado de lagos y bosques. La aventura no empezó buscando un desierto, yo únicamente quería dar una vuelta en bici. Si os gusta hacer largos recorridos en bici este puede ser vuestro plan.
En Amberes cogí un tren dirección «Hamont» pero me baje en Mol. Tenéis que tener cuidado si vais hasta Hamont porque en Mol el tren se divide, los primeros vagones continúan y los otros vuelven hacía Hasselt. En llegar a Mol tardaréis una hora y veinte aproximadamente, y allí puede empezar vuestra ruta.
Lo primero que podéis hacer en vuestra ruta es visitar el museo Jakob Smits, un pintor que yo no conocía pero que descubrí leyendo su biografía en el tren. Por lo visto Jakob pertenece a la corriente del impresionismo místico y decidió alejarse de la ciudad para recrear la vida del campo belga. Ya os contaré más sobre el si consigo volver al museo, porque cuando fui estaba cerrado (solo abren los miércoles).
Para seguir con vuestra ruta os recomiendo visitar el parque recreativo «Domain Silver Lake» es uno de los grandes atractivos que tiene Mol, ubicado en un lugar inmejorable, tendréis oportunidad de aprovechar un buen día de verano allí (además al lado hay justo un camping por si queréis quedaros más tiempo allí). Yo sin embargo no entré porque no me hubiera dado tiempo a ver el resto de cosas.
Mi siguiente objetivo era llegar a Lommel, sin embargo desvié un poco mi ruta porque me interesaba bastante visitar la abadía de Postel, un pueblo con mucho encanto rodeado de bosques. La Abadía de la que os hablaré en un próximo post sobre el románico, merece mucho la pena de visitar y tiene una historia muy peculiar.
Una vez que repuse fuerzas en Postel me dirigí hacia el desierto, así como suena. Cerca de Lommel se encuentra el parque natural denominado «Lommelse Sahara». El camino que va desde Postel hacía Lommel lo disfruté bastante. Me sorprendió mucho ver la cantidad de grupos de personas mayores que hacía bicicleta y a los que costaba seguir el ritmo.
El Sahara de Lommel
Todo el trayecto está rodeado de bosques frondosos, es un gustazo hacerlo en verano. Sin embargo el contraste es fuerte cuando dejas a un lado los bosques y descubres dunas y playas de arena. El conjunto natural es realmente impresionante y puede ser admirado desde una gran torre de observación. Sin embargo os recomiendo dejar las bicis a la entrada porque si no vais a tener que cargar con ellas por la arena.
El último tramo lo hice desde Lommel hasta Hamont, uno de los últimos pueblos de Limburg, en la frontera con Holanda. Por suerte la Iglesia seguía abierta y pude visitarla. Además visité un antiguo molino que tiene de particular ser de los primeros molinos de Flandes. En Hamont por fin cogí el tren de vuelta a Amberes, tras 8 horas de ruta y 45 kilómetros recorridos.