A veces la vida te da sorpresas. A veces te sale una patata frita especial entre el paquete de patatas normales que compraste, o encuentras un cupón de descuento justo antes de pagar. En nuestro caso, esa patata o ese cupón se llama «playa», o mejor dicho: la playa de Ostende.
Irse a hacer el Erasmus en un país del centro de Europa parece que es sinónimo de no volver a ver un grano de arena más allá de los que encuentras entre las piedras de los parques. Y podría ser así con otros lugares, pero estamos en Bruselas, y como ya sabemos, Flandes es diferente. Y es que de entre todas las pequeñas maravillas que podemos encontrarnos en este pequeño gran territorio es una playa de arena fina y agua eterna, y la ciudad elegida para llevar ese importante cargo es: Ostende.
Lo más cómodo para ir a esta ciudad costera es coger el tren, que desde la estación Bruxelles-Nord se tarda aproximadamente una hora y media, con un precio de 13.20€ la ida y la vuelta. Pese a todo, os puedo asegurar que se tarda bastante menos si vamos mirando los paisajes por la ventana o dormitando con prados verdes y paradas mágicas como Brujas, de fondo.
Debo admitir que al llegar a la estación de Ostende, me emocioné. Una de mis grandes debilidades es el olor a mar, y tenía la sensación de que la estación estaría alejada del puerto y que, por lo tanto, tendríamos que andar bastante hasta oler el mar.
En fin, pobre ilusa.
Desde el momento en el que nos bajamos del vagón, notaba la humedad que se asocia a la crema solar, y el olor que te hace desear pedir gambas a la hora de comer.
Todo esto fue exactamente así, menos la parte de las gambas, que en nuestro caso las sustituimos por un obligado si estamos en Flandes, y más aún en una ciudad costera: mejillones con patatas fritas. Después de tomar el sol y jugar a las cartas como si fuera un día de julio cualquiera, decidimos cenar en uno de los muchísimos restaurantes que ofertan estas maravillas marinas. Así que si queréis probarlas, no dudéis en venir aquí porque cada establecimiento tiene un apartado solo de mejillones: naturales, con vino…
Aquí os dejo un pequeño vídeo de todo ese día (disculpad porque hay un fragmento del mar que, por la emoción, no me di cuenta de que tenía el dedo delante de la cámara mientras grababa):
Ya sabéis, si simplemente sois incapaces de pensar que el verano ya ha acabado (sobre todo con los días tan soleados que estamos teniendo últimamente), Ostende os acogerá con los brazos abiertos, y una patata frita y un mejillón en cada mano.
¡Muy buen día viajeros!
Me llamo Marina Carrasco Valero, estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual, y este primer cuatrimestre voy a ser vuestra corresponsal Erasmus en Bruselas. Durante los próximos cinco meses, voy a ser la pequeña puerta que os lleve a tocar, paladear, ver (aunque con un poco de miopía), oler y oír Bruselas. Juntos vamos a descubrir sus secretos, exhibiciones, conciertos, festivales…