Érase una vez, un orfebre gantés apasionado por el arte🎨 y la escultura, el cual dejó para siempre una huella👣 imborrable en este mágico lugar, por aquel año en el que Newton teorizaba sobre la chispa de la luz💡, 1669.
No sabemos si se trataba de Lucas, Louis o Adam, pero sea cual fuere el nombre de nuestro protagonista, no dudó en cumplir su sueño de vivir en una de las maravillosas casas a orillas de los canales de la hermosa Gante.
La casa de nuestro querido orfebre, se encontraba, y se sigue encontrando para nuestra suerte, en el número 81 de la calle Kraanlei📍. Pero no cualquier casa amigos míos, una gran casa🏡 de ladrillo rojo, coronada por una alta chimenea y un picudo tejado, y decorada por miles de ojos verdes a través de los cuales se ve la luz de cada amanecer🌅, los ventanales.
Pero a pesar de tanta abrumadora belleza, a nuestro protagonista le sabía a poco, y que a poco, a nada, y cavilando y cavilando en su pequeña cabecita creativa, se le ocurrió ser él mismo el que diseñara su casa. Diréis qué lunático este belga, pero que queréis lectores, si estábamos en el Barroco, nos podemos dar con un ladrillo en los dientes con que no nos puso una catedral en pleno canal.
Papel y lápiz, imaginación e ilusión, lo tenía todo este orfebre, y no se le ocurrió otra cosa que llenar su fachada de diversos elementos alegóricos de terracota, a cada cual, más sorprendente que el anterior.
Desde orlas de frutas🍊🍇, con las que darle un toque de Imperio Marco Antonio a su hogar, hasta la cabeza de un carnero🐏, para no romper la tradición del cordero, y por qué no un ciervo alado como símbolo de la bondad y la nobleza. Tampoco olvidarnos de las cinco mujeres, siendo la más avispada Vista, la más musical Oído, la más glotona Gusto, la más olisqueadora Olfato, y la más diestra Tacto.
Sin embargo, hay una figura sin igual, la reina de la fachada y la protagonista de la obra, ¿de la de teatro o de la de albañil?
🎶EL FLAUTISTA DE GANTE🎶 situado en lo alto de la morada, justo en el centro de la composición, coronando la bella obra, y dando nombre a la misma, siendo esta para todo belga y visitante, la Casa del Flautista. Dicen las lenguas ancianas de estos lares, que cuando cae la noche y las calles de Gante se apagan, el flautista deleita a la noche con puras y seductoras melodías, intentando enamorarla para que nunca se marche.
¿Sabrá el orfebre cómo de Romeo es su flautista?
Lo más cómico y maravilloso a la vez de todo esto, es que su casa vecina, en Kraanlei 79, también tiene una historia detrás, siendo esta La Casa de las Obras de la Misericordia.
Esta fachada en cuestión, se encuentra adornada por seis relieves, los cuales, representan las siete obras de la misericordia. Pero un momento, ¿cómo que seis si hay siete misericordias?🤨
La última de ellas, representa el acto de enterrar a los muertos, y por lo que se ve, al dueño de este hogar le dio mala sensación el plantar a la muerte en plena portada de libro, no fuera a ser un reclamo y se le fuera a caer la casa encima💀.
En fin lectores, espero que las historias de estos dos hogares os hayan cautivado y visitéis nuestra querida Gante, ya sea para echarle un beso💋 al flautista, a ver si se anima y nos interpreta una buena pieza, o para buscar a la séptima misericordia🔍, aunque veremos quién es el osado de pesquisar tremendo mal agüero.
Un abrazo de orfebre,
Rosa Bleda💛
¡Hola a todos! Mi nombre es Rosa Bleda y soy estudiante de Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid, aunque realmente no soy madrileña sino manchega, de un pequeño pueblo llamado Hellín. Entre mis cosas favoritas en el mundo están el arte (pertenezco a un grupo de investigación en la UCM), el cine, la música, el gusto por la comida y sobre todo leer, me encanta que me cuenten historias, sin embargo no niego que algún día quisiera contarlas yo.
Mi sueño es ser comunicadora y trabajar en televisión, pero eso no significa que no aspire a más cosas en la vida, ya que el poder dirigir una película, escribir en un periódico o comisionar una exposición artística me resulta bastante tentador. También la idea de doblar algún personaje en un futuro o interpretar una obra de teatro, como La Casa de Bernarda Alba o La dama del alba, y eso que no me llamo Alba.
El motivo por el que elegí Bélgica como país de destino Erasmus, es que siempre me he sentido muy atraída por dicho país y su cultura, uno de mis pintores y comidas favoritas son procedentes de ese mágico lugar, cómo no Magritte y los gofres, combinación majestuosa donde las haya. Pero ojo, que no me olvido de las famosísimas y más que aclamadas patatas fritas, otro de mis favoritos en mi menú personal, aunque también quiero lanzarme a probar todo tipo de plato típico ya que mi sueño frustrado siempre será el ser crítica gastronómica (Ratatouille tiene gran culpa de ello).
Dicho esto, toca desvelar cuál es la ciudad a la que me dirijo a partir de Septiembre de 2020, y que me acogerá hasta que llegue la Navidad y toque volver a casa como el turrón. Mi destino Erasmus es Gante, esa pequeña ciudad portuaria que en tiempos de juglares era la reina de Europa. Seré sincera, tengo muchísimas expectativas en ella, y no es para menos la verdad.