Podemos ir a cualquier lugar del mundo. Visitar el Big Ben de Londres, la Grand-Place de Bruselas, la Torre Eiffel de Paris, y sentirnos como auténticos viajeros. Podemos consultar cientos de rankings con los mejores restaurantes donde comer, beber, y tomar café; o hacernos una foto tras horas buscando el ángulo perfecto para que se viera todo lo que quisiéramos en el fondo. Podemos hacer todo esto y ser grandes ciudadanos del mundo, nómadas en busca de lo más grande o icónico de un país; y eso está muy bien.
Sin embargo, hay algo, ese yo qué sé qué sé yo que hace que realmente podamos sentir la esencia de un lugar. Eso que no viene en las guías porque un buen mago no desvela sus trucos… pero sí un Erasmus en Flandes.
Por eso, hoy os traigo un post en el que os hablo de algunas de las formas en las que se puede encontrar eso que marca la diferencia. En este caso, vamos desde Bruselas hasta una ciudad que yo ya sentía que no iba a hacer falta buscar mucho para poder buscar su magia: Brujas (Brugge en flamenco /Bruges en francés).
«¡Que te pierdes!»
Cuando se viaja en grupo, siempre hay una o varias personas que se quedan un poco rezagadas en la parte de atrás, y ahí es cuando se oye el «¡Venga, que te pierdes!». Normalmente, se aligera un pelín el paso para poder ir al ritmo de todos. Sin embargo, en este caso, os recomiendo que os rezaguéis un poquito más de lo habitual.
¿Para qué? Para imaginar, para crear relatos que pudieron haber pasados siglos antes en algunos de los canales por los que paseamos. Brujas es un sitio cargado de magia, y no solamente por el nombre, sino porque de verdad está lleno de ella: su arquitectura, sus puentes, su ambiente y todas las sensaciones que eso te produce.
Comenzar a andar por la zona centro puede ser embriagadora porque parece que te has adentrado en un lugar hecho para escribir sobre él. Por eso, lo que recomiendo durante esos diez minutos de camino nada más bajar del tren y llegar a la plaza del mercado, es quedarse en la parte de atrás del grupo y dejarse pensar sobre historias posibles e imposibles por Brujas. Dejar llevar tu imaginación por donde quiera ir entre las casas de piedra y los tejados hechos para subir al cielo en escalera.
Chocolate, oh dulce chocolate
No es un secreto que el chocolate belga podría considerarse igual de importante que una ciudad en sí. Por eso, ¿qué mejor plan que sentarse en el centro de la ciudad, comiendo chocolate típico del lugar? (De varios tipos, porque si nos ponemos a comer chocolate, nos ponemos bien).
En nuestro caso, compramos tres tipos de chocolate: blanco sobre una base de almendras; una pequeña bola de chocolate con leche rellena de una mouse, sobre una galleta; y negro en cuyo centro encontramos muchas almendras mezcladas con pequeños trocitos de naranja. Una maravilla.
Tomar chocolate es un obligado tanto en Brujas como en todo el país, pero comerlo en el centro de la ciudad con vistas hacia el campanario, lo es aún más, ¡especialmente todo si se hace una pequeña cata entre todos!
El contexto
Los canales de Brujas son extremadamente conocidos. Buscamos fotos por Internet y solo vemos preciosas casas a orillas de un canal que parece haber sido testigo de hechizos y embrujos de amor. Por eso, lo más normal es hacer click con cada rincón que veamos, o cada vez que escuchemos que hay agua corriendo. Lo entiendo porque es inevitable, porque sí, porque yo tampoco lo pude evitar y tengo el carrete del teléfono lleno de fotos desde exactamente el mismo ángulo.
Pese a todo, una de las cosas que más disfruté fue cuando dejé que Brujas fuera mi contexto en vez de mi protagonista. No me malinterpretéis, en un casting Brujas sería uno de los personajes principales sin duda, pero dejadme que os ponga en situación: íbamos paralelos a uno de los maravillosos canales que tiene la ciudad. Este en concreto era especialmente largo, y tenía montones de pequeñas casas en la orilla, así que era imposible no echar una mirada a todo el encanto que nos rodeaba.
Sin embargo, a la vez íbamos andando y hablando, comentando cosas que ni siquiera recuerdo y riéndome por chistes que ya olvidé antes de volver a Bruselas. Y fue ese momento. Ese momento en el que dejé de prestarle atención a todo lo que me rodeaba, sacarle fotos a todo lo que veía, y asegurarme de que no olvidaba nada de lo que estaba viviendo. Fue ahí cuando dejé de simplemente estar en Brujas para poder vivir Brujas.
Os recomiendo justamente eso, que dejéis que Brujas sea vuestro contexto y no vuestro único foco de atención, porque así es como mejor se encuentra eso que marca la diferencia.
¡Muy buen día, mágicos!
Me llamo Marina Carrasco Valero, estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual, y este primer cuatrimestre voy a ser vuestra corresponsal Erasmus en Bruselas. Durante los próximos cinco meses, voy a ser la pequeña puerta que os lleve a tocar, paladear, ver (aunque con un poco de miopía), oler y oír Bruselas. Juntos vamos a descubrir sus secretos, exhibiciones, conciertos, festivales…