Normalmente los refranes son capaces de resumir claramente todo el sentimiento que tenemos dentro. Muchas veces es como si lo que no se pueda describir a través de un refrán, simplemente no existiera. ¿Tu mejor amigo y tu os entendéis a la perfección con solo una mirada?: a buen entendedor, pocas palabras bastan. ¿Tienes un examen mañana y te has quedado toda la noche estudiando porque no te dio tiempo antes? a grandes males, grandes remedios.
Hay algunas veces, sin embargo, que los refranes fallan un poco. Es el caso de la frase proverbial de El Quijote: nunca segundas partes fueron buenas. Puede ser que para Bachiller Sansón sí se pudiese aplicar, pero sin ninguna duda, ese no es nuestro caso.
Hace varias semanas publiqué un post (que podéis ver si pincháis aquí) en el que os introducía uno de los conceptos clave para los estudiantes en Bruselas, la comida salvavidas en las residencias de la ciudad: la gallete. Esta descripción se pueden compartir perfectamente con la otra parte del combo, el esmeralda del beige: la mitraillette.
Y eso es exactamente lo que os traigo con este post, la segunda parte de la que ya es el capricho de fin de semana por excelencia, además de dos de los lugares por los que seguro hay que pasar ese domingo por la noche después de estar todo el día estudiando.
Como comenté en el post que os he mencionado antes, tanto la mitraillete como la gallete tienen como ingredientes principales una carne, ensalada, patatas fritas (efectivamente, las patatas fritas van dentro, es que no se puede estar más agradecida a Bruselas y a la vida) y salsa al gusto. Lo único en lo que se diferencian entre sí ambas comidas es en el tupper en el que se convierte el pan cuando recubre a este particular plato combinado; y es que si bien la gallete tiene pan de wrap, la mitraillette se hace con pan de barra. Así que sí, se trata del tipo de bocadillo que haría envidiar a todos nuestros amigos de primaria en la hora de comer de una excursión.
¿Recomendaciones de lugares en los que pedirlo?
Ya os hablé del Manneken Frites de donde nos pedimos la gallete. Sin embargo, hoy os quiero hablar de otros dos sitios que recomiendo especialmente, y en los que también es posible pedir patatas u otros productos: el conocido Fritland, y un pequeño local en el centro de la ciudad.
En el caso de este último establecimiento, se trata de un lugar que podría pasar desapercibido por estar casi incrustado entre dos tiendas. Sin embargo, una vez entréis puedo asegurar que nunca estaréis más felices de haberle hecho caso a algo que no era tan perceptible. Situado en la céntrica calle de Malinas, cuenta con la posibilidad de pedir carne halal; además de las típicas carnes que se suelen pedir como cordon bleu, pollo, hamburguesa, kebab, etc.
¿Una de las mejores cosas de este local? ¡Que puedes elegir el tamaño! La mitraillette es algo que te pides cuando no has merendado y quieres cenar contundente; y es que suele ser muy grande. Por eso, normalmente el tamaño es estándar y no se suelen ofrecer más medidas. Aquí, sin embargo, es posible pedir uno simple (el más pequeño), normal o gigante.
Al hablar de Fritland, podríamos decir que se trata del Atomium de la comida: un obligado de Bruselas, simplemente hay que ir. Situado en la (muy) céntrica calle Henri Maus, es el tipo de establecimiento que te encuentras de frente nada más girar una calle, como un regalo sorpresa. Es un local de comida para llevar, por lo que no tienen terraza donde poder comer, ni en la situación sanitaria actual ni en condiciones normales. Por eso es literalmente la definición de caprichito: ir con ropa de estar en casa después de todo el día estudiando, y darse un paseo para recoger la mitraillette y asimilar todo el conocimiento estudiado.
Si sois de los que pensáis que las segundas partes no son muy buenas, quizá esta parte esmeralda del combo beige-esmeralda os haga cambiar de opinión; porque en mi caso la mitraillette no es solo la segunda parte, sino la mejor parte.
¡Muy buen día, sibaritas!
Me llamo Marina Carrasco Valero, estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual, y este primer cuatrimestre voy a ser vuestra corresponsal Erasmus en Bruselas. Durante los próximos cinco meses, voy a ser la pequeña puerta que os lleve a tocar, paladear, ver (aunque con un poco de miopía), oler y oír Bruselas. Juntos vamos a descubrir sus secretos, exhibiciones, conciertos, festivales…