Los latidos no mienten. Podemos intentar controlarlos, pero siempre van a acabar siguiendo el ritmo que ellos quieran. Podemos imaginarnos que estamos en una isla desierta y que dejamos de sentir cada poro de nuestro cuerpo con el fin de relajarnos y dormirnos cuando son las 3 de la madrugada, pero al final acabaremos encontrando el sueño al no pensar en nada en concreto. Podemos intentar respirar a conciencia para que los latidos vayan un poquito más lento cuando tenemos a alguien cerca que los acelera, pero sabemos que no va a terminar funcionando. Podemos querer subirnos las pulsaciones para no dormirnos mientras estudiamos a las 4 de la mañana porque a las 5 de la tarde no nos concentrábamos, y aun así, nos quedaremos dormidos sobre los apuntes.
Es así, los latidos marcan el ritmo de la vida que sentimos en el momento.
Por eso mismo, a pesar de que dominarlos es muy complicado, hay ciertas cosas que sabemos que pueden funcionar como controles remotos. Que nos sintamos como nos sintamos, siempre van a hacer que se nos acelere o ralentice el pulso. Ir a Aux Merveilleux de Fred y ver que queda pain au chocolat es una manera segura de acelerarlo, por ejemplo. Sin embargo, lo que he descubierto es una forma de calmarlo: en el mirador de la Place du Congrés, 2 (Koningstraat en flamenco).
Situado muy cerca del Palacio Real, este mirador se encuentra justo en frente de la Colonne du Congrès; una gran columna erigida para conmemorar la creación de la Constitución en 1830-1831. A pesar de que esa es la explicación oficial de este monumento, verlo en persona parece el tipo de entrada triunfal que todos los miradores querrían tener para sí; y es que la única palabra que me viene a la mente para poder definir la Colonne du Congrès es: majestuosa. Flanqueada por cuatro estatuas que simbolizan las Cuatro Libertades garantizadas por la Constitución, en la parte más alta se encuentra el primer monarca de Bélgica, el rey Leopoldo I.
A pesar de que sí es verdad que es imposible no pararse a ver este monumento paseando por la calle desde Parc Royale; lo que protegen estas Libertades es un gran mirador que te obliga a parar. Simplemente parar, para encontrarte andando sin darte cuenta hacia la panorámica de Bruselas que ofrece esta Place du Congrès. Es como cuando tienes hambre y vas a la cocina sin saber muy bien lo que quieres pero que lo sientes como necesario, igual que como si estuviésemos sonámbulos estando totalmente despiertos.
Pero es que te llama.
A la izquierda, es posible ver la catedral de Bruselas (conocida como le petit Notre Dame) muy de cerca, y es que si vamos andando desde la catedral, podemos llegar a este mirador en menos de diez minutos. Si vamos desplazando un poco la mirada hacia la derecha, muchos de los edificios de la zona centro de Bruselas aparecen, dejándonos ver la ciudad desde un lugar que, a pesar de estar tan cercano, jamás había visto.
Lo mejor de todo es que no se trata de una panorámica típica que podamos ver desde un mirador muy alto, sino que es un lugar que se encuentra muy cercano a todos los edificios del centro, así que muestra toda la cercanía de la ciudad manteniéndose a una altura que no nos haga temer mirar hacia abajo. Y es que os aseguro que, después de estar paseando y llegar a este mirador improvisado, era capaz de sentir cómo mis latidos se reorganizaban para poder latir más tranquilos con cada paso que daba para acercarme y poder ver bien las vistas. Igual que como si mi pulso no pudiera prestar atención a otra cosa que no fuera lo que tenía en frente.
Es cierto que los latidos no se pueden controlar, pero hay ciertas cosas que pueden intentarlo. Especialmente con cosas que te llaman, especialmente con lugares como la Place du Congrès.
¡Muy buen día, miradores!
Me llamo Marina Carrasco Valero, estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual, y este primer cuatrimestre voy a ser vuestra corresponsal Erasmus en Bruselas. Durante los próximos cinco meses, voy a ser la pequeña puerta que os lleve a tocar, paladear, ver (aunque con un poco de miopía), oler y oír Bruselas. Juntos vamos a descubrir sus secretos, exhibiciones, conciertos, festivales…