Siempre nos pasa igual. No creo ni que se pueda evitar, simplemente pasa. Siempre. Queremos sacar el máximo partido a cada experiencia de cada viaje que hacemos, así que desde el principio intentamos descubrir todos los posibles rincones que puedan existir. Preguntamos de mil maneras diferentes hasta que la propia ciudad en cuestión nos desvela sus secretos más escondidos. Y llega un momento en el que ya pensamos que sabemos lo suficiente, que ya conocemos los mejores lugares y más baratos, la zona en la que mejor se ve el atardecer, o la mejor fritería donde ponen más salsa; y nos habituamos a cada uno de esos lugares. No porque no queramos descubrir más, sino simplemente porque parece como si ya nada pudiera asemejarse a este sentimiento divino de encontrar el que muy probablemente sea nuestro futuro local de confianza.
Y es justo en ese momento cuando volvemos a caer. Caemos especialmente en nuestros últimos días de estancia porque seguimos explorando, pero no con las mismas ganas. No pasaría nada malo…si no fuera porque estamos en Bruselas. Lo que significa que dejar de explorar la ciudad aunque sea un poquito debería ser sinónimo aceptado por la RAE de «error».
Realmente es una verdad universal: en los últimos días en la ciudad que estés visitando, siempre encontrarás las tiendas más baratas, los restaurantes que antes parecían ocultos, y rincones por los que antes pasabas de manera casual pero que de repente parecen tener luz propia. Es una maravilla porque encontrar lugares nuevos que son susceptibles de convertirse en esenciales es siempre una de esas alegrías tontas que el destino te regala de repente. Pero hay que ser sinceros: da rabia, mucha.
En nuestro caso, el lugar que ha hecho darnos cuenta de que tenemos suerte, pero que pudiéramos haberla tenido tres meses, y no tres días antes de tener que irnos es una tienda de donuts en Bruselas: COCO Donuts Shop (si pincháis en el nombre, os redirigirá a su página oficial), una de las tiendas más objetivamente preciosas que he visto.
Situada en la céntrica Place du Grand Sablon (a menos de diez minutos del Palacio Real de Bruselas, muy cerquita de Mont des Arts), esta tienda especializada en donuts tiene simplemente magia en su interior. Tengo que admitir que los donuts nunca me han encantado. Me parecían demasiado dulces y con demasiada masa; y ha sido COCO quien me ha demostrado que esa creencia era una enorme tontería. Y qué delicia saberlo.
No se trata solamente de que todos ellos son caseros y están hechos con cariño desde el primer donut del escaparate hasta el último; sino también por la gran variedad de sabores que ofrecen. Desde Speculoos con chocolate blanco o chocolate con leche hasta frutos rojos, pasando por chocolate bomb, echar un vistazo a la preciosa vitrina con todas las opciones es algo muy parecido a mirar arte. Además, también hay opciones veganas, o donuts totalmente planos sin ningún sabor por encima, así como galletas y otros dulces. Y todo con un gran tamaño maravilloso que hace que olvidemos el significado «dieta» o recordemos las razones por las que la vida nos puede tratar (muy) bien.
Yo recomiendo especialmente sacar provecho a la oferta que tienen en la que una caja con seis dónuts son veinte euros; y nueve, treinta. Y es que os puedo asegurar que menos de 3.50€ por cada uno de esos enormes donuts es uno de los grandes aciertos que he hecho esta semana. También es posible pedir café u otras bebidas, así como añadir azúcar o ponerle tapa en una de las bonísimas mesitas que hay dentro de la pequeña tienda.
De lector a lector, de goloso a goloso, de amante del dulce a amante del dulce: ir a COCO Donuts Shop es una maravilla que merece ser descubierta mucho antes de lo que lo hemos hecho nosotros. Así que si tenéis la oportunidad, os aconsejo muchísimo olvidar el desayuno de cereales de copos de avena y darnos una alegría para el cuerpo, que siempre viene bien. Incluso si al final vamos a acabar cayendo como siempre; pero es que menuda caída.
¡Muy buen día, golosos!
Me llamo Marina Carrasco Valero, estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual, y este primer cuatrimestre voy a ser vuestra corresponsal Erasmus en Bruselas. Durante los próximos cinco meses, voy a ser la pequeña puerta que os lleve a tocar, paladear, ver (aunque con un poco de miopía), oler y oír Bruselas. Juntos vamos a descubrir sus secretos, exhibiciones, conciertos, festivales…
3 comentarios
¡Se me ha hecho la boca agua! Sitio más que apuntado para una próxima visita a Bruselas ☺
Por curiosidad, ¿qué donuts pedisteis? ¿había alguno(s) que fuera(n) top ventas?
Muchísimas gracias por todo lo que escribes porque es una maravilla leerte 🥰
Quelled chance la toi!! J’irai un jour
Dulce y maravilloso final para esta historia de amor con tu ciudad de acogida. Gracias por traernos cada semana un rinconcito. Un placer leerte ( igual de grande que probar esta fantasía de donuts 😋)