Si sois unos apasionados de la cerveza como yo, no podéis dejar de visitar algunas de las más de 50 fábricas de cerveza que alberga la región de Flandes. Mi primera visita fue a la fábrica de cerveza Anker (“ancla” en español), en Malinas. Aprovechando un paseo por esta ciudad tan bonita en la que no faltan los típicos canales flamencos que tanto enamoran a turistas de todos los rincones del mundo.
Entre los lugares de interés de la ciudad se encuentran la catedral o el memorial del holocausto Kazerne Dossin, donde se puede visitar un centro conmemorativo y un museo. Estos están situados en las inmediaciones de lo que fue un “campo de tránsito”, lugar donde se envió a muchos judíos antes de ser transportados a Auschwitz-Birkenau. Mis compañeros Marta, Celia y Tomás os cuentan más acerca de la ciudad en sus respectivos posts.
Historia de la fábrica
La cervecera Anker se fundó en 1471, para luego convertirse en un negocio familiar en 1872 al ser adquirida por los hermanos Van Breedam. Como curiosidad, os diré que, en aquella época, gran parte de la cerveza que allí se producía estaba destinada a los enfermos de un hospital antiguamente situado en el recinto de la actual fábrica. Esto se debe a que, por aquel entonces era más seguro beber cerveza que agua, debido a su proceso de fabricación, a través del cual se eliminan las bacterias al alcanzar altas temperaturas.
En 1990 la fábrica pasó a manos de Charles Leclef, descendiente de los Van Breedam y actual dueño de la cervecera.
Proceso de fabricación
Para entender el proceso, hay que empezar por conocer los cuatro ingredientes imprescindibles que se utilizan para fabricar una cerveza: el primero y más importante es el agua, a la cual se le añadirá la malta. A estos dos ingredientes se le añadirá el lúpulo, fruto que proporciona equilibrio e intensidad al sabor de la cerveza. En las cervezas belgas se tiende a usar lúpulo hembra, que ayuda a que la cantidad de la espuma sea mayor y, por lo tanto, a que la cerveza conserve su sabor original por más tiempo. El último ingrediente imprescindible será la levadura. A estos suelen añadirse otros no imprescindibles como especias o frutos para conseguir cierto sabor o aroma.
Una vez obtenidos todos los ingredientes se pasará al proceso de fabricación:
- Malteado: se tuesta la cebada para obtener la malta.
- Se muele la malta y se mezcla con agua caliente, la cual supondrá alrededor de un 85% de nuestra cerveza. Esta mezcla se deja macerar para que los azúcares de la malta queden en el agua.
- Después se filtrará la mezcla para deshacerse de los restos sólidos de la malta.
- Se añade el lúpulo y la mezcla se somete a altas temperaturas para obtener de este fruto el sabor amargo. Además, durante este paso la mezcla queda liberada de bacterias, se esteriliza.
- La cerveza se enfría gracias a una larga red de tuberías que recorre el edificio, pasando de unos 100° a 22°.
- Una vez fría puede añadírsele la levadura, un organismo vivo, que moriría en caso de ser añadida a alta temperatura. Es entonces cuando se produce la fermentación, la levadura convierte los azúcares de la malta en CO2 y alcohol.
- Por último, la cerveza se somete a un periodo de maduración, en este caso de unos 5 días, aunque puede variar en función del tipo de cerveza que quiera obtenerse. Es durante los últimos 5 minutos de maduración cuando se añaden las especias y otros ingredientes deseados.
Cata de cerveza
En mi caso probé la Gouden Carolus Tripel y la Gouden Carolus Cuvée van de Keizer Imperial Dark. Esta última es una edición limitada que producen de forma anual para celebrar el nacimiento de Charles Quint o Carlos V, como nosotros le conocemos. No las había probado antes y he de decir que ambas me encantaron. Las dos tienen múltiples premios a nivel nacional e internacional, ¡así que os animo a que os acerquéis un día a probarlas y a averiguar por qué!
Para terminar, el tour nos costó 11€ por persona. Considerando todo los que se aprende y que incluye dos cervezas y un vaso de Carolus de regalo, ¡yo diría que merece muchísimo la pena! Cabe decir también que desde la azotea de la fábrica tendréis unas vistas preciosas de la ciudad. Además, en la fábrica cuentan con una destilería de Whisky de la que también existe un tour. Podréis disfrutar también de platos cocinados con su cerveza en la brasserie de la fábrica, algo que a mi me queda pendiente, ¡así que volveré sin duda!