¡Hola a todos y a todas!
El ciclismo es, probablemente, el deporte existente más humano y más inhumano a la vez. Lo segundo porque los ciclistas son verdaderos superhéroes, que realizan esfuerzos impensables para la grandísima mayoría de los mortales, con la fuerza mental necesaria que eso conlleva. Lo segundo, aunque parezca contradictorio, lo digo porque no existe otro deporte en el que puedas vivir tan de cerca eso, en el que puedas tener a los mejores del mundo a unos escasos metros. El otro día visité la ciudad flamenca de Harelbeke para ver la E3 Saxobank Classic, y en este post os cuento mi experiencia, ¡vamos al lío!
Anteriormente conocida como E3 Harelbeke Classic, actualmente E3 Saxobank Classic por motivos de patrocinio, esta prueba es una de las carreras ciclistas con más renombre de la región flamenca. Se celebra una semana antes del Tour de Flandes, y tiene un perfil muy similar, combinando muros y tramos de pavé, algunos usados también en De Ronde. Su cercanía a la gran cita flamenca del calendario hace que se tome por los equipos como un ensayo perfecto, por lo que podemos encontrar a muchos peces gordos del mundo de ciclismo en la línea de salida.
Al llegar al pueblo, me sorprendió el hecho de que absolutamente todas las casas tenían colgando de sus ventanas banderas de la carrera. No es de extrañar, pues esta prueba es el gran orgullo del pueblo y uno de los mayores acontecimientos que se viven en él a lo largo del año. Después de un paseo, llegué por fin a la zona de salida.
Ahí es donde estaba todo el ambiente. En la esplanada del campo de fútbol del pueblo, había montado un gran escenario con DJ y presentadores, en el que se llevó a cabo la presentación de los equipos, todo un show. A su alrededor, una increíble cantidad de puestos de cerveza y comida, además de muchísimas personas que, desde las diez y media de la mañana, estaban disfrutando de la carrera de una manera muy cercana. ¡Incluso regalaban conos de patatas fritas!
Tras ello me moví a la zona de los equipos, que también se podía visitar, aunque siempre con vallas de separación. Me acerqué al autobús de mi equipo favorito, el Movistar, el único español dentro del World Tour. Tuve la suerte de charlar con algunos miembros del staff, a los que les llamó la atención que fuese el único español presente, animando al equipo. Por ello, me regalaron una gorra y un bidón firmado por todos los ciclistas del equipo. Un auténtico lujo y un detallazo por su parte.
Una de las cosas que más me llamaron la atención fue que la gente se salía a las puertas de sus propias casas, montaban sus sillas, y allí mismo podían disfrutar del paso de los ciclistas mientras calentaban y preparaban la carrera. Al igual que ellos, pude ver a los mejores del mundo pasando a escasos metros de mí.
La carrera no decepcionó, y pudimos ver una batalla a tres entre los mejores del mundo a día de hoy, el esloveno Tadej Pogacar, el neerlandés Mathieu van der Poel, y el flamenco Wout van Aert, que fue el que se llevó la victoria, llevando una gran alegría al público local.
Porque, al fin y al cabo, en ningún sitio se vive el ciclismo como se hace en Flandes, y se nota en la pasión de los aficionados, las ganas que tienen de celebrar, así como en la ilusión con la que viven estas carreras desde un punto de vista familiar y cercano. Podéis encontrar más información aquí, aquí y aquí.
¡Nos vamos viendo!
Jose
¡Qué ilusión me hace estar escribiendo por fin estas palabras! A partir de este mes de febrero empiezo como corresponsal de Erasmus en Flandes y tengo muchas ganas de enseñaros mi trabajo. Recoger el testigo de Yolanda en cuanto al tema de Patrimonio es todo un honor.
Antes de nada, me presento. Me llamo José Manuel Ortega y tengo 20 años. Nací en Granada, pero he vivido toda mi vida en La Línea de la Concepción, un pueblo de Cádiz. Estudio Traducción e Interpretación en la Universidad de Granada y, actualmente, estoy realizando un intercambio Erasmus en Bruselas de curso completo.