Si has visitado Amberes es imposible que no te hayas parado a mirar la majestuosa fuente que se yergue en el mismísimo centro de la Plaza Mayor (o Grote Markt), en el corazón de la ciudad, ante el mismísimo ayuntamiento. La estatua, que data del año 1887, fue moldeada en bronce por el artista belga Jef Lambeaux y se ha convertido en un icono de la ciudad flamenca. Las figuras que conforman este dinámico conjunto escultórico representan la leyenda fundacional de la ciudad. Una historia que voy a contaros ahora mismo.
La ciudad de Amberes, más allá de su encanto y su belleza, es famosa por su gran relevancia portuaria, de hecho, su puerto es el segundo más importante de Europa. Atravesada por el río Escalda, ha sido un interesante lugar de paso para marineros y comerciantes a lo largo de la historia. Tal es así, que la leyenda cuenta que en el río solía vivir un gigante llamado Druon Antigoon. Este cobraba un peaje a los marineros que pretendieran cruzar el Escalda por Amberes. A aquellos que se negaban a pagar, les cortaba una mano y la arrojaba al río como castigo.
El reinado del terror del gigante Antigoon prevaleció hasta que se cruzó con el soldado romano Silvius Brabo (que da nombre a la fuente). Este audaz soldado venció en batalla al temible gigante, e imitando sus terribles prácticas, amputó su mano y la arrojó al río Escalda. La fuente representa el momento en el que Silvius Brabo se propone lanzar la mano del gigante, que yace en el suelo, derrotado y sujetando su brazo herido.
La leyenda urbana continua diciendo que el nombre de la ciudad (Antwerpen) proviene del neerlandés Hand (mano) y Werpen (tirar), aunque la teoría más aceptada por historiadores y etimólogos es que el origen proviene del latín antverpia, que describe un terreno sedimentado en la curva de un río.