Sint-Geertruikerk, tal y como os expliqué, fue una de las iglesias parroquiales más importantes de Lovaina, y tiene una belleza especial tanto por fuera como por dentro. Os animé a que la visitarais (en este caso únicamente por fuera, porque la temporada de visitas finalizó el 30 de septiembre), y hoy os traigo otra razón para que os acerquéis a esta iglesia situada en la zona norte de la ciudad.
Si paseáis por los alrededores de Sint-Geertruikerk, muy cerca de allí encontraréis algo que sin duda os llamará la atención. No estoy hablando de un edificio alto y espectacular (para eso está Sint-Geertruikerk), sino algo más sencillo y cotidiano: una calle.
Una calle muy diferente a las calles adyacentes, que os transportará probablemente a otro lugar y a otra época. Si entráis en ella quizá os da la sensación de estar en Andalucía, en las Islas Baleares, en las islas griegas o en la costa marroquí. Nada más lejos de la realidad, seguís en Leuven. Y es que esta calle tan particular está formada únicamente por casas blancas con gran encanto, que transmiten una paz impresionante. ¿Pero qué hacen estas casas en Leuven?
A la entrada de la calle, podréis encontrar un cartel explicativo: Klein Begijnhof, Pequeño Beaterio. Seguramente, aun leyendo el significado en castellano, el concepto “beaterio” os puede sonar lejano. En ese caso, os explicaré brevemente en qué consistían los beaterios y quién vivía en ellos.
Los beaterios eran comunidades donde residían las beguinas, mujeres solteras que profesaban la religión cristiana y que se dedicaban activamente a la acción social, ayudando especialmente a personas enfermas, pobres, desemparadas o vulnerables. Por ello, los beaterios solían estar ubicados cerca de los hospitales y lugares religiosos, como es el caso de este Pequeño Beaterio, situado al lado de la Iglesia de Santa Gertrudis de Lovaina.
Las beguinas, aunque eran creyentes, no pertenecían a ninguna orden religiosa en el marco de la jerarquía eclesiástica, por lo que no tenían que hacer votos y eran libres para abandonar la comunidad cuando quisieran para casarse. Cada beaterio podía establecer sus propias normas, aunque muchos de ellos se acercaron a los valores de la Orden de San Francisco. Estas asociaciones surgieron en Flandes hacia el siglo XII, y se extendieron por todos los Países Bajos e incluso Italia.
El Pequeño Beaterio de Lovaina consta por primera vez en registros de 1272, y llegó a ser el hogar de aproximadamente un centenar de beguinas. En la actualidad este beaterio no es habitado por estas mujeres, sino que la mayoría de las casas, de estilo flamenco tradicional, se reformaron en el año 2000 y fueron compradas por particulares.
¿Pero por qué recibe el nombre Pequeño Beaterio? La respuesta es sencilla: existe otro beaterio en Lovaina, el Gran Beaterio, del que os hablaré más adelante. El que se encuentra al lado de Santa Gertrudis sólo consta de una calle y un par de callejones sin salida, de modo que sí, es realmente pequeño.
No obstante, es un lugar precioso para visitar, y una excusa más para visitar Sint-Geertruikerk. ¡O quizá Sint-Geetruikerk es una excusa para visitar el Klein Begijnhof! Tú decides. Pero decidas una cosa o la otra, les evidente e indiscutible que ambos lugares son una maravilla en Lovaina.
Si los visitas, puedes escribir un comentario explicando qué te han parecido, así compartimos experiencias y puntos de vista. ¡Los comentarios y las ideas siempre son bienvenidos!
Un saludo,
Alejandro
Me llamo Alejandro Caravaca Hernández, y seré el corresponsal de Turismo en Flandes y Bruselas en Lovaina durante el primer semestre del curso 2018/2019. Ya me iréis conociendo poco a poco (nos esperan 5 meses por delante) pero, a modo de presentación, os explicaré brevemente quién soy y qué espero de mi experiencia en Lovaina.
Nací en noviembre del 1997, hace poco menos de 21 años, y vivo en Montcada i Reixac, un municipio de la periferia de Barcelona. Estoy estudiando 4º de Pedagogía (por si alguien se lo estaba preguntando, no es lo mismo que podología ni que logopedia) en la Universitat Autònoma de Barcelona, una de las universidades públicas catalanas. Me considero una persona activa y sociable, y participo en iniciativas socioculturales del municipio donde vivo, además de ser representante estudiantil en mi facultad. Entre mis hobbies destacaría el teatro: formo parte de un grupo de teatro amateur en Montcada i Reixac. De hecho, hace unos meses estrenamos un musical basado en la película Moulin Rouge, en el que pude interpretar el papel del antagonista, “el Duque”.