Hoy quiero presentaros al pulmón de Bruselas, el área natural más importante de la ciudad; un enorme espacio verde que está gestionado conjuntamente por las tres regiones belgas en cuyo territorio se extiende y que, desde el 7 de julio del año pasado, está reconocido como Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Su nombre real es Forêt de Soignes, ZoniënwoudoZonienwald. Se cree que su denominación proviene, bien del río Senne, o de los Segnos, antiguo pueblo celta que una vez viviera en los alrededores. Su principal distinción es que está formado, casi en su totalidad por un hayedo (comúnmente conocido como hayedo madre).
Este enclave rural está repleto de historia. La madera de sus árboles fue utilizada para hacer fuego (en el Neolítico), para hacer barcos y casas, para dar refugio a los soldados desde la conquista de la Galia. El bosque fue propiedad de caza de los duques de Brabante y de sus herederos (gracias a lo cual, pudo salvarse de la deforestación) y, no fue hasta el siglo XVIII, que empezaron a repoblar el bosque mediante la plantación de hayas.
Además, el bosque esconde algunos secretos. Voy a destacar cuatro de ellos, con los que me topé en mi camino:
1 – Les Trois Fontaines o Dry Borren (las Tres Fuentes): este emplazamiento se encuentra actualmente en reconstrucción. Aquí, en 1323, el duque Juan III de Brabante ordenó construir un refugio fortificado, flanqueado por una torre y una capilla y aquí solía vivir el gruyer, una persona encargada de velar por la seguridad del coto de caza del duque. En 1584, se destruyó una torre que fue posteriormente reconstruida y el edificio que podemos ver hoy en día data de esa época.
2 – Cuando menos te lo esperes, habrás salido de Bruselas y te encontrarás en la región flamenca ¡Así de fácil es viajar por Bélgica!
3 – Este es el Mémorial aux forestiers o Boswachtersmonument: este un monumento fúnebre de 1920 está compuesto de un dolmen rodeado de un círculo de once piedras levantadas. Conmemora a los once guardas forestales que cayeron en la Primera Guerra Mundial y dota al bosque de un aura mística muy especial.
4 – Durante mi escapada, pude ver varios grupos haciendo excursiones guiadas, rutas a caballo, estudiantes de biología, obras de teatro improvisadas, grupos de ciclistas e, incluso, ¡rutas micológicas! (aunque no está permitido arrancar setas del bosque, ya que hay que respetar la biodiversidad de éste).
Si hace buen tiempo, es el plan perfecto para pasar el día o ir a comer algo con los amigos, ajenos al ruido y al ajetreo de la ciudad. Además, durante el camino encontraréis varios merenderos y bancos para descansar.
Definitivamente, se ha convertido en mi lugar de desconexión favorito. Es increíble cómo, aún estando rodeado de ciudades por todas partes, transmite tanta paz. Si conocéis algún otro lugar parecido en Flandes, hacédmelo saber y lo visitaré para hacer una reseña
¡Nos vemos en la próxima aventura!