Siguiendo con las visitas a las ciudades flamencas, después del viaje a Amberes, el fin de semana pasado viajé a Gante. Y es que no puedes dejar de visitar otras ciudades flamencas si estáis de Erasmus en Lovaina, puesto que la red ferroviaria es muy buena y en (como mucho) 90 minutos puedes llegar a cualquier ciudad importante desde la capital del Brabante Flamenco.
El viaje de Lovaina a Gante, Gent en flamenco, tardó poco más de una hora, aunque de la estación de Gante al centro de la ciudad tuve que caminar durante veinte minutos más. Sin embargo, la caminata inicial mereció la pena. Canales, torres y suelo adoquinado hacen de Gante una ciudad que recuerda a otra época (o incluso a otro mundo: en mi caso, fan de Harry Potter, el centro de Gante me recordó un poco a Hogwarts).
Si por algo destacan las ciudades de Flandes es por el agua, y Gante no podía ser menos. Situado en la confluencia de dos ríos, el Lys y el Escalda, el agua recorre la ciudad de Gante a través de éstos, además de los canales construidos aprovechando su curso.
Y es que el transporte fluvial fue crucial para el crecimiento del comercio en la mayoría de las ciudades de los Países Bajos históricos. En el caso de Gante, el comercio de tela, fabricada a partir de la lana de las ovejas, fue el motor de la economía de la ciudad durante siglos. Por ello, el puerto fluvial de la ciudad es uno de los centros neurálgicos de la historia de Gante, una zona que a día de hoy (después de ser un aparcamiento de coches durante años) es peatonal.
Los ríos son tal símbolo de la ciudad que tienen incluso una representación personificada: en la fachada de la “Casa del Pescado”, el recinto donde se vendía este producto en Gante para controlar sus precios y su calidad, podemos observar dos figuras. Tanto la de nuestra izquierda, de aspecto fuerte y arisco, como la de nuestra derecha, más dulce y con curvas pronunciadas, representan los dos ríos que bañan la ciudad.
La ciudad, a pesar de tener un pasado comercial próspero, se estancó económicamente durante varios siglos a la sombra de otras ciudades vecinas. Sin embargo, fue la primera ciudad continental europea en industrializarse, de modo que muchos de los edificios y zonas existentes pasaron a tener una funcionalidad para la industria.
Se construyeron viviendas para la clase obrera trabajadora en las fábricas de la ciudad (hombres, mujeres, niños y niñas, con unas condiciones miserables y jornadas de más de doce horas), que formaron barrios que aún se pueden visitar actualmente, aunque las reformas y cambios posteriores no permiten captar en su totalidad la esencia de los hogares de trabajadores y trabajadoras que algún día tuvo la zona.
El impacto de la industria en la ciudad fue muy grande, y el movimiento obrero tuvo importancia en Gante: aún se conserva un edificio que fue el hogar del sindicato obrero de la ciudad. En él, además de acciones políticas de lucha colectiva, se llevaron a cabo iniciativas culturales para la clase obrera, para acercar diferentes propuestas de arte y cultura, que generalmente sólo estaban al alcance de la clase bienestante, a este gran colectivo obrero.
Sin embargo, el hecho de ser una ciudad industrial en un pasado no tan lejano no significa que Gante no sea una ciudad bonita. ¡Ni mucho menos! Tras la Exposición Universal de 1913, la ciudad se remodeló profundamente, hasta parecerse más al Gante que podemos visitar en la actualidad.
Los contrastes son interesantes en esta ciudad flamenca: la historia convive en armonía con el arte contemporáneo. Prueba de ello es el callejón de los graffiti, un espacio donde las gantesas y ganteses pueden dibujar libremente lo que deseen. Por eso, las paredes del callejón, situado justo al lado de una zona céntrica e histórica de Gante, están en cambio constante y nunca son iguales.
Además del callejón de los graffiti, pude visitar una exposición de arte en el interior de una de las iglesias más importantes de Gante: la iglesia de San Nicolás (Sint-Niklaaskerk).
Si aún no lo has visitado, te animo a que lo hagas: es una ciudad preciosa que tiene rincones mágicos. No te arrepentirás de visitar sus plazas y de perderte por sus calles: estarás siempre rodeada o rodeado de canales, fachadas bonitas y, si lo visitas durante el otoño, un tono amarillento que le da un toque especial. ¡No puedes perderte Gante! Te dejo el link de la oficina de turismo de la ciudad.
Si quieres descubrir algunas curiosidades que aprendí visitando la ciudad, ¡no dudes en leer el siguiente post!
Un saludo,
Alejandro
Me llamo Alejandro Caravaca Hernández, y seré el corresponsal de Turismo en Flandes y Bruselas en Lovaina durante el primer semestre del curso 2018/2019. Ya me iréis conociendo poco a poco (nos esperan 5 meses por delante) pero, a modo de presentación, os explicaré brevemente quién soy y qué espero de mi experiencia en Lovaina.
Nací en noviembre del 1997, hace poco menos de 21 años, y vivo en Montcada i Reixac, un municipio de la periferia de Barcelona. Estoy estudiando 4º de Pedagogía (por si alguien se lo estaba preguntando, no es lo mismo que podología ni que logopedia) en la Universitat Autònoma de Barcelona, una de las universidades públicas catalanas. Me considero una persona activa y sociable, y participo en iniciativas socioculturales del municipio donde vivo, además de ser representante estudiantil en mi facultad. Entre mis hobbies destacaría el teatro: formo parte de un grupo de teatro amateur en Montcada i Reixac. De hecho, hace unos meses estrenamos un musical basado en la película Moulin Rouge, en el que pude interpretar el papel del antagonista, “el Duque”.