Resumiendo la noche en tres palabras: Síndrome de Stendhal, o reacción romántica ante la acumulación de belleza y obras de arte especialmente cuando son particularmente bellas y están expuestas en grandes cantidades en un mismo lugar.
A las siete de la tarde, tras pasar por la Oficina de Turismo BIP de la plaza Royale y recoger el librito en el cual se explicaban los horarios y performances de los museos, decidí comenzar por el Bozar, en donde se podía ver la exposición temporal sobre Per Kirkeby mientras escuchabas música en directo en el hall principal. Era pronto, sobre las ocho de la tarde, y se podía disfrutar del museo sin agobios ni aglomeraciones. En una pequeña sala, había también una instalación muy original llamada “Look at yourself” que combinaba espejos y sonidos que salían de unas gotas gigantes de tela blanca. Tras el Bozar, me dirigí al Museo de Arte Antiguo, situado en el mismo edificio del Museo Magritte. Allí optaron por la importancia del silencio y la música en salas separadas. En la entrada, varios actores representaban un mapa silencioso del lugar y hubo una serie de proyecciones que narraban una historia muda. En la Sala de Rubens, en medio de esos cuadros tan impresionantes, una pequeña orquesta de jóvenes músicos animaba la exposición con un público muy entregado. Al lado de este museo, se encuentra la Biblioteca Real que también abría sus puertas para la ocasión. La visita guiada comenzaba con una proyección en una sala circular, en la que se explicaba un poco sobre la historia de la Biblioteca y su fundador. Después, se continuaba la visita por las diferentes salas habilitadas en donde se podían ver muebles, cuadros y distintos objetos de época.
Tanta obra de arte junta me abrió el apetito, y un kebab a esas horas era el complemento ideal a la Museum Night Fever. Por el camino, me topé con el Museo de la Ciudad de Bruselas, famoso por exhibir los distintos trajes del Manneken Pis, sí, el de Agatha Ruiz de la Prada incluido. En la última planta del edificio se inauguró especialmente para esa noche el Ministerio de los Desordenes Poéticos, en el que un grupo de oficinistas muy bien caracterizados te explicaba qué formularios debías rellenar y presentar para conseguir una poesía.
Una vez recargadas las pilas, me dirigí al Museo de los Instrumentos, que horas antes me había saltado por la larga cola que se formó en la puerta. Sobre las once y media de la noche, ya no había tanta y pude entrar sin problemas, esperando un poco, eso sí. Allí, además de poder visitar el museo de arriba a abajo, Fnac organizó una serie de conciertos en una sala del museo en donde tocaron tres bandas Belgas: Applause, Sioen y SX. Cuando terminaron ya era casi la una y la mayoría de los museos cerraban ya sus puertas. Fue una lástima porque a pesar del cansancio, me quedé con ganas de ver La Monnaie y La Fonderie entre muchos otros, pero ya no daba tiempo. Muchos Erasmus salieron a la Museum Night Fever para aprovechar y ver los museos y exposiciones en un ambiente muy original. Fue una noche intensa en la que Bruselas mostró una gran organización poniendo a disposición del público buses urbanos que te trasladaban a otros museos más alejados entre sí, como por ejemplo el de Ciencias Naturales o el WIELS. Además, se organizaron muchas fiestas en el centro de la ciudad para aquellos que todavía tuvieran ganas de continuar la noche. Ahí van algunas fotos! 🙂
Soy Guillermo García, el nuevo Corresponsal Erasmus durante el segundo cuatrimestre. Tengo el placer de tomar el relevo a María, quién nos ha ido contando sus experiencias desde Septiembre a hasta Febrero. Desde ahora y durante unos meses, iré relatando aquí mis aventuras, viajes y experiencias en la región Flandes. Haré todo lo posible para que las entradas os resulten atractivas, útiles y curiosas para descubrir y visitar todos los rincones de la región de Flandes.
Mi aventura en este país comenzó en Septiembre del 2011, cuando me trasladé a Bruselas para realizar mis estudios de Biología en la Vrije Universiteit Brussel dentro del programa Erasmus. Para los que acabáis de aterrizar aquí, decíos que en Bruselas hay una gran cantidad de ofertas en cuanto al alojamiento, los kots y pisos compartidos son los más populares, pero también hay varias residencias en el centro de la ciudad y en los campus universitarios. A principio del curso, tuve la oportunidad de realizar un curso intensivo de Neerlandés que me sirvió, entre otras cosas, para poder pedir en los bares, como si fuera un local (o intentarlo), y para no perderme en el metro los primeros días. Ahora, ya no me considero un recién llegado, y trataré de contaos curiosidades y todo lo que me llame la atención de las distintas ciudades que visitaré durante estos meses.