Existe en Leuven una pequeña “ciudad dentro de la ciudad” conocida como el “Groot Begijnhof”, o Beaterio Grande, un remanso de paz y tranquilidad declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998. Tras pasar la arcada de una antigua muralla tienes la impresión de haber cruzado un túnel del tiempo y te encuentras en un entramado de calles empedradas, edificios antiguos y pequeños parques que conforman una especie de ciudadela donde antaño habitaron las beatas que, temporalmente, hacían votos de castidad, obediencia y oración. Ni siquiera se escucha el traqueteo constante propio de las ciudades modernas, el cual se queda en el exterior, al otro lado del “túnel del tiempo”. La sensación de serenidad es sobrecogedora y anima a perderte por las callejuelas dejando que pase el tiempo sin prisas…
El Beaterio Grande data de principios del siglo XIII, una inscripción latina en la Iglesia menciona su fundación en 1234. La misma Iglesia, de estilo gótico temprano con elementos románicos, data del siglo XIV, y la mayoría de los edificios que se conservan del siglo XVII. Durante la edad Media y Moderna el Beaterio fue floreciendo, gozando de su época dorada durante los siglos XVI y XVII, llegando a contar con más de 300 beatas. Como dato curioso nombraremos a un sacerdote que ejerció en este Beaterio, Adriaan Florensz Boeyens, quien fue tutor espiritual del Emperador Carlos V y acabó siendo nombrado Papa con el nombre de Adriano VI. Ya a partir del siglo XVIII el número de beatas y la importancia del Beaterio fue decayendo, hasta que en 1795 las tropas revolucionarias francesas, conquistadoras de la zona de Flandes, abolieron las funciones del Beaterio y confiscaron sus propiedades, aunque permitieron a las beatas seguir viviendo en él. El Beaterio Grande pasó a ser un hospicio civil y su decadencia continuó durante los siglos XIX y XX. El último sacerdote del Beaterio murió en 1977 y la última beata en 1988. Otra curiosidad: dentro del Beaterio existe una zona conocida como el “barrio español”, formado por un bonito parque entre edificios característicos flamencos.
Durante los 150 años que transcurrieron entre el siglo XIX y la mitad del siglo XX, el Beaterio sufrió un progresivo abandono que se acabó notando en el estado de conservación de sus edificios y calles en general. Por ello, la Universidad Católica de Leuven lo adquirió en 1962 y comenzó a realizar trabajos de restauración, recuperando la arquitectura típica de ladrillo y arenisca y sus tejados a dos aguas, que acabaron dando sus frutos con el reconocimiento del lugar por parte de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad que ya he comentado. En la actualidad el Beaterio Grande sirve a modo de residencia para estudiantes, profesores y personal de la Universidad. También se encuentra en él el “Faculty Club”, lugar de encuentros sobre ciencia, cultura y empresa de la misma Universidad KU Leuven.