Brujas es una de las ciudades más bonitas de Flandes, y merece la pena sin duda una visita. Se la conoce como “la Venecia del norte” y su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. Cuenta con muchos atractivos, como su Plaza Mayor (Gröte Markt) con las llamativas fachadas de los edificios que la rodean, varias iglesias preciosas con sus tremendas torres y, haciendo honor a su sobrenombre, un sinfín de canales y puentes por los que dar algún paseo en barca, recorrerlos montando en los clásicos coches de caballos que recorren la ciudad, o simplemente pasear disfrutando de un ambiente casi medieval.
Eso fue lo que yo hice en mi visita. La lluvia me dio la bienvenida pero por la tarde salió un sol espléndido, por lo que pude aprovechar para perderme por las callejas de su casco antiguo, siguiendo sus canales, cruzando sus puentes. Una zona llena de rincones maravillosos donde simplemente sentarte a disfrutar del lugar, sintiendo en ocasiones haber viajado en el tiempo, estar en otro mundo propio de hace cientos de años. Esta sensación en ocasiones desaparecía al cruzarme con decenas y decenas de turistas, pues esta ciudad debido a su belleza acoge cada año a miles de éstos. Pero yo también era una más, al fin y al cabo, y es natural que la gente desee venir a visitar este lugar tan encantador. Así y todo, la visita a Brujas deja siempre un buen sabor de boca y os aconsejo que lo hagáis si tenéis la suerte de venir a Flandes.