Todo empezó (o al menos es lo que se cuenta) alrededor de 1830 cuando un campesino belga guardó unas raíces de achicoria en su sótano para utilizarlas luego como un sustituto del café, ya que algunas cepas se usan para eso. El caso es que lo que se encontró después es que a la achicoria le habían crecido unos brotes blancos debido a que al no haber luz en el sótano el vegetal no podía producir la clorofila que le da el aspecto verde. La comió… y le gustó.
Veinte años después, Brezier, que trabajaba en el Jardín Botánico de Bruselas, desarrolló métodos para hacer crecer esta verdura que se presentó por primera vez a la venta en el mercado de Bruselas en 1867 y después en los Salones de París en 1883. A partir de entonces, esta variedad de achicoria, endibia, etc, es la llamada witloof en dutch (que literalmente significa hoja blanca), una endibia joven de hojas blancas con las puntas amarillo pálido y cabeza estrecha.
Rica en potasio, hierro, calcio y vitaminas A y C, yo aquí la probé en una fiesta que organizó la UGent en que servían las hojas con un tipo de relleno con queso, en plan montadito, pero también se puede comer en ensaladas, cocidas, gratinadas al horno, etc.
Como he dicho, esta verdura es un “invento”, es decir, no es así de naturaleza si no sigue un cultivo determinado, y ese cultivo consta de dos fases: primeramente el cultivo de la raíz en el campo, y en segundo lugar el cultivo de la cabeza de la raíz en fosas, siguiendo los pasos que erróneamente siguió el primer campesino belga hasta obtener la witloof, pero esta vez con métodos más refinados y producción en masa y unas condiciones determinadas de luz, calor y humedad.
No dudéis en probarlas si venís por Bélgica, ¡porque a veces lo mejor es lo que no se premedita!
Soy Cristina López, estudiante de último año de psicología en Barcelona y ahora corresponsal de Gante, mi ciudad destino de Erasmus. ¿Mis primeras impresiones de Gante?
Han habido muchísimas cosas aquí que me han llamado la atención, como que en ocasiones un agua te salga más cara que una cerveza, que en las terrazas de algunos restaurantes te pongan mantas por si hace frío, que en todos los lavabos haya papel (incluso en los lavabos portátiles que ponen en los festivales), que a veces tengas que pagar para ir, que duerman con almohadas cuadradas, que sólo se den un beso en la mejilla al saludarse, o su predilección por el picante, ya sea poniéndose pimienta en la sopa o tabasco en los spaghetti.
Gante es una ciudad que combina tradición y progreso. Hoy en día es considerada una ciudad de estudiantes, hay alrededor de 45000, así que eso significa que, además de su belleza y su aire medieval con multitud de construcciones y calles que visitar y recorrer, es una ciudad joven y activa, constantemente en movimiento. Siempre encuentras algo que hacer, algún evento, festival o exposición que te pueda ser de interés.
A lo largo de mi actividad en este blog os iré mostrando todo lo interesante y curioso que viva durante mi estancia Erasmus, de momento espero que esta pequeña introducción os haya picado la curiosidad para seguir visitándonos y, quién sabe, ¡quizás veniros! Así que por si eso sucede, mi primer consejo es que os alquiléis una bicicleta, no es una ciudad muy grande y se puede recorrer a pie fácilmente, ¡pero no hay nada mejor que sentirse un auténtico belga! Y mi primera advertencia si vais en bici es que tengáis mucho cuidado con las vías del tranvía, ¡y más si llueve!