El Ganda Ham es uno de los productos gastronómicos del que los ganteses están más orgullosos. Es un símbolo de la ciudad y se ve reflejado porque en la Lonja de la Carne, una antigua nave de piedra en pleno centro y que no falla en los tours turísticos, cuelgan decenas de jamones que se encuentran en proceso de curación. Quizás sea exagerar, pero están casi tan orgullosos como nosotros de nuestro jamón ibérico.
La empresa se creó en los años 50 de una manera muy humilde, abriendo una carnicería y llamando la atención de los consumidores por el jamón que fabricaban. En 1985 denominó la marca como “Ganda”, que proviene del nombre histórico de Gante. Más adelante, su hijo continuó la producción familiar, pero siempre bajo la misma filosofía de hacer una etiqueta limpia. Así pues, los únicos ingredientes de este producto son jamón, sal y… ¡tiempo!
En noviembre de 2018, tuve la suerte de hacer una visita en la fábrica, y aunque no tengo fotos buenas, sí os explicaré brevemente cómo lo producen.
- En primer lugar, llegan los jamones frescos a recepción y son examinados y enfriados durante dos días. Provienen todos de cerdos criados en Bélgica, aunque las condiciones no son tan exigentes como las del Jamón de Jabugo.
- El jamón se sala añadiendo sal en dos fases y masajeando la pieza. Esto lo hacen unas máquinas novedosas que replican los movimientos que solía hacer un operario.
- El jamón se desala y se deja madurando entre 10 y 16 meses para que se seque y adquiera las características organolépticas deseadas. El maestro jamonero es que el decide cuando el jamón ha llegado al final del secado.
- Se prepara el jamón en diferentes formatos y se empaqueta. Se puede quitar el hueso o vender la pierna entera, se puede laminar, cortar en tacos y más opciones.
Yo, como gran amante del jamón español, solo os puedo decir que este jamón también es muy rico y natural, y que cuando echéis de menos el ibérico, el Ganda Ham es un gran consuelo.