xistió allá por el siglo XVI un sabio, mago y alquímico, llamado Heinrich Cornelius Agripa. Este mago, nacido en Colonia, viajó por muchas partes de Europa, de donde tuvo que huir siempre acusado de brujería…
Resultó que un buen día llegó a Lovaina, donde gracias a su gran saber fue profesor en la universidad. Aquí su esposa se hizo amante de uno de sus estudiantes (al que más tarde se le conocería como “Fonske”) Éste convenció a la mujer de Agripa para que le dejara ojear los libros de magia negra que supuestamente guardaba con gran celo el maestro Agripa. Un buen día que el maestro había salido, entró en su estudio y en su curiosidad comenzó a leer en voz alta uno de ellos, que le había llamado la atención por no estar escrito ni en latín ni en griego… cuando de repente se abrió la puerta de golpe y apareció un demonio que le dijo: “Me llamo Quasiloco ¿qué debo hacer, señor?”. Fonske se quedó de piedra y solo pudo balbucear: “¡Fue un accidente! ¡En serio!”, a lo que el demonio respondió: “¿No sabes que los demonios no pueden ser convocados a la ligera y que no les gusta que les molesten?”. Fonske, muerto de miedo, no pudo responder y el demonio lo tocó y con su solo roce lo mató.
Poco después volvió el maestro Agripa y se encontró el cadáver, con el demonio Quasiloco sentado sobre él. Asustado de que sus vecinos vieran todo aquello y volvieran a acusarlo de brujería, ordenó al demonio que se introdujera en el cuerpo del estudiante y se fuera a caminar por la ciudad, bien lejos de su casa, y que entonces saliera del cuerpo. El demonio Quasiloco así lo hizo, y de esta forma pareció que el muchacho había muerto de repente en mitad de la calle…
Pero el demonio no tuvo suficiente, ya liberado como estaba, y tras abandonar el cuerpo de Fonske poseyó otro, y luego otro, y otro, y otro… Y de esta forma el terror del demonio llegó a la ciudad de Lovaina…
Finalmente, un jesuita español que también era profesor en la universidad, Martín Antonio del Río, acusó a Cornelius Agripa de haber traído al demonio a la ciudad, y éste tuvo que huir también de Lovaina.
Esta leyenda es una de las más conocidas de Lovaina, y ha hecho famosas a las figuras del demonio Quasiloco y del estudiante Fonske, que tiene una estatua en el centro de la ciudad, como os conté en el especial “Los habitantes perennes de Lovaina”, en la que, ávido de saber, se escancia una jarra de “sabiduría” en su propia cabeza.