Llevábamos toda la semana con unas temperaturas propias de una cámara frigorífica pero lo que todos los erasmus esperábamos no llegaba… Hasta hoy: me he levantado con una luz resplandeciente y al asomarme por la ventana todo tenía sentido; estaba todo nevado y la luz del sol se reflejaba en la nieve.
No he dudado en vestirme deprisa (casi que encima de la ropa del pijama) y salir a la calle a disfrutar de la nieve. La gente me miraba raro, como si no comprendieran que mi mayor ilusión era ver un poco de nieve en las aceras. Había por lo menos 5/10 centímetros de grosor y cuando parecía que ya se estaba descongelando…¡se ha puesto a nevar! Unos copos perfectos, redondos…de película.
Los coches conducían con nieve encima, las personas se esmeraban por descongelar el hielo de las aceras ya que era una tarea casi imposible caminar sin resbalarte sobre ellas. Resumen: que la primera nevada de Bruselas que he visto ha sido una estampa maravillosa. ¡Mañana mismo me voy a por un trineo para poder jugar a la próxima!
Estos días atrás el tiempo en Bruselas estaba loco (bueno como casi siempre), pero lo que era un factor común durante toda la semana era la niebla. Una niebla que no dejaba ver casi lo que tenías enfrente. El viernes cuando fui a clase ya vi los coches congelados, pero lo que no me esperaba es que los primeros copos cayeran esta misma semana ya que hacía sol (aunque no calentaba nada).
Si vas a hacer turismo durante el invierno en Bruselas, no te preocupes: la nieve es muy bonita pero también la ciudad está muy adaptada a ella. Enseguida en las carreteras se deshace o echan sal y el transporte público funciona de forma normal. Así que no lo dudes ya que no es ningún estorbo, al contrario, hace que la ciudad sea más bonita y más parecida a una postal de navidad.