Ya sabréis, seguramente, qué es el Manneken Pis: la archiconocida figura de un niño haciendo pis que se encuentra en una esquina del centro de Bruselas, la imagen más famosa de la ciudad, rodeada siempre de turistas con sus cámaras de fotos. Intrigada por la historia de esta figura he estado indagando sobre sus orígenes y he dado finalmente con varias leyendas que hablan de ella. Unas son más fantasiosas, otras curiosas y graciosas… éstas son las que yo he conocido:
La que más circula hace referencia a una familia que vivía feliz en Bruselas, padre, madre y su hijo pequeño. Un día de fiesta el niño se perdió entre el bullicio de la gente y aunque lo buscaron como locos no pudieron encontrarlo. Así pasaron varios días, por lo que prácticamente la gente dio por perdido al niño. Entonces la madre, desesperada, rezó a la Virgen y le prometió que si aparecía su hijo donaría una imagen del mismo a la ciudad tal y como se lo encontrara. Al siguiente día estaba de nuevo el padre recorriendo las calles, sin esperanza, cuando en una esquina, ¡oh, alegría!, se encontró a su hijo que estaba tranquilamente haciendo pis. La madre cumplió la promesa que había hecho y donó a la ciudad una imagen de su hijo exactamente como se lo encontraron… y en la misma esquina sigue hasta el día de hoy.
Otra leyenda cuenta que en la esquina donde ahora está la figura vivía hace mucho un viejo huraño y malvado, en realidad un brujo, que tenía atemorizados a sus vecinos. Cerca de allí vivía también otro anciano, éste al contrario bondadoso y amigo de todos. Un buen día un niño pasó junto a la casa del hombre malvado y le entraron ganas de hacer pis. Sin saber donde estaba, inocente niño como era, se detuvo junto a la puerta de la casa de este hombre y comenzó a aliviarse. En ese momento el viejo malvado salió de su casa y le dijo: “¡has deshonrado mi casa con tu insolente conducta y yo te condeno a seguir haciendo lo mismo durante los próximos siglos!”, echándole una maldición por la que el niño quedaría allí anclado desahogándose por siempre… Pero en ese momento llegó el anciano bueno, con la imagen de un niño haciendo pis entre sus brazos, y la puso en el lugar en que estaba el niño, con lo que logró evitar la maldición y llevó al niño sano y salvo a casa de sus padres.
Una historia más, esta sin tanta magia ni milagros, habla de un asedio a Bruselas durante el cual los enemigos intentaron pegar fuego a la ciudad. Durante los conatos de incendio se cuenta que un niño ayudó a apagar los fuegos sencillamente haciendo pis, acción por la que después fue honrado con la imagen que ahora existe. Otra versión de esta leyenda habla de unos barriles de pólvora que iban a estallar provocando la destrucción de gran parte de la ciudad y que un niño apagó la mecha que los haría explotar haciendo pis sobre ella.
La leyenda más mundana cuenta que el niño era un tal príncipe Godofredo, el cual un buen día, durante una procesión, no se le ocurrió otra cosa que aliviarse tranquilamente en una esquina al paso de ésta. Ante tamaña insolencia el padre del niño donó la imagen a la ciudad como escarmiento y en pago de su culpa.
Y un último cuento, casi un chiste, habla de una pareja que no podía tener hijos. El obispo de la zona rezó mucho para que pudieran concebir uno, y sus plegarias fueron escuchadas. Así tuvieron un hijo y el mismo obispo fue a bautizarle. Cuando lo tuvo en brazos, el niño, ni corto ni perezoso, se hizo pis en las barbas del obispo, y éste muy enfadado lo “castigó” a no crecer ni dejar nunca de hacer pis…
Éstas son las curiosas leyendas que he leído y oído sobre esta famosa imagen. Cuentos e historias para todos los gustos que me han llamado la atención y que he querido ahora compartir con vosotros. ¡Espero que os hayan gustado tanto como a mí!