Pues si si, Art Fight significa batalla de arte. Pero bueno, no se trata de violencia ni de pegarse con cuadros modernos los cuales no comprendemos el por qué tienen esa fama. Historiadores del arte, disculpas.
Ni si quiera de lanzarse pinturas o pinceles, que por otra parte, podría ser muy divertido. El otro día me deje caer por el Kultuurkaffee para descubrir qué era eso de la batalla del arte y lo primero que se me viene a la cabeza es una pregunta ¿cuándo es la siguiente?
El kultuurkaffee es, como su nombre indica en un precioso flamenco, café de la cultura. Café, bar, depende del momento y de las circunstancias. El tema de la cultura no va siempre ligado a la palabra Bar, pero quizás la palabra café nos lo evoca un poquito más. En este caso no se trata desde luego de evocar nada si no de dejar claro que allí lo que encontrarás será algo más que un lugar para ir a tomar algo.
Se encuentra en pleno campus de la VUB, la Universidad Libre de Bruselas de habla flamenca. Y lo cierto es que esto se aprecia desde el momento en el que entras, la velada estaba organizada en esa lengua y sin subtítulos por lo que la comprensión de como transcurriría esta batalla fue bastante limitada para mi flamenco que me llega para preguntar cuánto cuesta una cerveza y a continuación pedirla. Eso sí, también es cierto que el proceso era bastante intuitivo.
¿Qué es esto de una batalla de arte? Quizás estemos más familiarizados con el término batalla de gallos, una batalla en la cual un par de raperos intercambian sus rimas para demostrar al otro que él es mucho mejor. No se aleja demasiado de ese concepto, pero en este caso no es un micrófono lo que utilizan, sino un pincel o un rotulador. Vale, la actitud también es más amigable.
La batalla tenía estructura de torneo con sus respectivas eliminatorias en las que dos de los artistas que aquella noche se dieron cita exponían su arte al disfrute del público que contemplaba aquello que ellos nos podían ofrecer. Al terminar, llegaba la votación que se realizaba por medidor de decibelios. Gritando se podía elegir quién había realizado el dibujo que más te gustaba y hacer que ese artista siguiese pintando hasta el final de la noche.
Los pintores eran de corta edad, apuesto a que muchos de ellos eran más jóvenes que yo y la verdad es que no se les daba nada mal, un ejemplo de ello lo podemos ver aquí:
Esta pieza fue realizada en la final pero no consiguió todo el apoyo necesario y no fue la ganadora; esta la podemos ver a continuación con su autor.
La verdad es que como plan no está mal, sales a tomar algo con los amigos y mientras ves como dos tipos que saben de eso van trabajando en un pequeño mural. Además para amenizar el tiempo que estaban pintando, también había un par de jóvenes DJ’s poniendo ritmo a los trazos.
Esta es solo una de las cosas que se pueden encontrar en el kultuurkaffee ya que hay eventos casi a diario, conciertos, espectáculos, exposiciones y por supuesto todo a precio estudiante, barato y en muchas ocasiones gratis.