La ciudad de Malinas (Mechelen en neerlandés) se encuentra entre Amberes y Bruselas, a 15 minutos de la primera y 20 de la segunda. Si bien es cierto que ambas ciudades la superan en importancia, Malinas conserva esa esencia del Flandes de verdad que no se encuentra en las grandes capitales o los sitios masificados de turistas. Lo tiene todo. Sus iglesias, monumentos, arte, museos, historia, bares, canales o parques, hacen que una visita a esta ciudad sea apta para todos los gustos.
Lo más destacado, lo que no te puedes perder y no te perderás, está en la Grote Markt (plaza mayor). La llegada es totalmente intuitiva, pues tan solo hay que salir de la estación de trenes y seguir la calle comercial de la ciudad en línea recta. En esta espaciosa plaza se encuentra la típica estampa de toda ciudad flamenca. En ella está el ayuntamiento, dividido en varias partes diferenciadas: el gremio de fabricantes de paño, el campanario (se dejó sin terminar pensando en la cercana torre de la catedral, también sin terminar) y el Palacio del Gran Consejo, que se empezó a construir en el siglo XVI y se terminó finalmente en el siglo XX. Siguiendo por la plaza llegamos a la estatua de Margarita de Austria, gobernadora de los Países Bajos a comienzos del siglo XVI y tía de Carlos V.
El edificio que predomina en la ciudad es la Catedral de San Romualdo. Su torre de 97 metros sin acabar (se pretendía que llegase a 160) ofrece una vista panorámica de todo el entorno. En su interior destaca el color blanco, un cuadro de Van Dyck, un montón de estatuas espectaculares, dos carrillones de 49 campanas cada uno, un reloj del siglo XVIII y un púlpito impresionante lleno de animales tallados en madera. Malinas, es además una ciudad famosa por su escuela de carrillón. Desde la torre se suele escuchar este instrumento tocando melodías de todo tipo.
En cuanto a los museos, podemos encontrar arqueología en el de Brusselport (que a su vez es una de las antiguas puertas de la ciudad), artesanía e historia de la ciudad en Hof van Busleyden (precioso edificio renacentista) y arte en Schepenhuis, situado en la Grote Markt. Este edificio era la sede del Tribunal Superior de Malinas, y es que, nota histórica, este municipio fue el centro político de todos los Países Bajos (históricos entiéndase) a finales del siglo XIV y principios del siglo XV, cuando Carlos V pasó aquí su infancia. Tiene unos bajorelieves y unos jardines interiores muy destacables.
Entre las iglesias, aparte de la catedral, merece la pena la Basílica de Nuestra Señora de Hanswijk con su estilo barroco o la iglesia de San Juan (Sint-Janskerk), bellísimamente decorada por dentro. Suele albergar conciertos de carillón y posee un tríptico de Rubens que representa la adoración de los Reyes Magos y que él mismo considero como una de sus obras maestras. Después de la catedral, la segunda iglesia en tamaño es la de Nuestra Señora de Dijle. Tiene unas vidrieras que son espectaculares en un día soleado, otro tríptico de Rubens y también es fácil encontrar a alumnos de la escuela de carillón practicando. Está muy bellamente decorada, debido a que muchos gremios abrieron aquí su propia capilla en el pasado.
El palacio de Margarita de Austria es otro de los puntos a visitar. Aquí fue donde se crió Carlos V y donde estaba el Gran Consejo (Grote Raad), tribunal supremo de los Países Bajos. El edificio es de los primeros de estilo renacentista en Bélgica, aunque los jardines interiores todavía conservan cierto toque de gótico tardío.
Tampoco hay que olvidarse del Beatario Mayor, zona de la ciudad en la que residían las beatas y que conserva un gran encanto, o bien complementar la visita con el parque de Kruidtuin, que alberga 250 especies de plantas.