El sábado pasado fui a un concierto. La verdad es que me apetecía mucho, era un concierto en el jardín botánico, las llamadas nuits botanique de las que ya hablaré en otro post.
Salí con mucho tiempo de casa, antes del grupo que quería ver tocaban otros y así aprovechaba y les veía también. Estoy hablando de que salí en torno a las 19.30 de casa y el concierto al cual me disponía a ir empezaba algo más tarde de las 22h
Fue con mi amigo Luis al concierto, a los dos nos pareció buena hora y para allá que fuimos. Pero claro, no caímos en la cuenta de que era la fiesta del iris en Bruselas y que era posible que hubiese zonas cortadas de la ciudad.
Efectivamente nuestro autobús se desvió del “itinerario habitual” y lo digo así porque me temo que ya nadie sabe cuál es el itinerario bueno de nuestra querida línea 71 de autobús. La suerte es que por la ventana vimos el motivo y decidimos bajarnos. Este motivo no era otro que los conciertos en el palacio real por las fiestas del iris de los que ya hablé en el post anterior.
Lo cierto es que no nos lo esperábamos y fue hasta chocante ver tanta gente en aquel entorno. Chocante para bien, para muy bien. Sin salir de nuestro asombro, decidimos proseguir el camino para ir a ver el concierto al que verdaderamente nos dirigíamos.
No tuvimos que ir muy lejos, hasta Gare Central aproximadamente para encontrarnos con otra sorpresa casi tan grande y sobre todo mucho, mucho más desconcertante.
Nos encontramos astronautas, científicos, globos, plantas y mucha expectación. Nuestra cara debía ser un poema. Entre risa, incredulidad y cierta sensación de estar entrando en un mundo de ficción. Lo que vimos de un primer vistazo fue una estructura que quería recordar a un árbol y muchas plantas, muchísimas plantas entorno a la estación central de la ciudad.
La historia, el montaje trataba sobre energía y sostenibilidad…creo. Estos astronautas que paseaban en torno a su estructura/nave espacial/globo aerostático, iban tocando cada uno un instrumento diferente a las plantas que por allí se encontraban. Además tuvimos suerte y coincidió con el momento en el que daban un concierto “de verdad” debajo de esta estructura.
El montaje estaba bastante bien preparado, los actores parecían muy concienciados de su rol de músicos de plantas y os puedo decir que conozco alguna persona que durante más de un día se creyó que este cacharro iba a despegar. Efectivamente, despegar, estuve hablando con uno de ellos y me dijo que la siguiente parada era Turín que saldrían un par de días más tarde aprovechando la energía que las plantas nos daban.
La verdad es que este show me dejó verdaderamente impactado y contento. Contento porque me parece genial caminar por las calles de tu ciudad y encontrarte cosas de este estilo que como mínimo te dan para echarte unas risas con los amigos o incluso para filosofar un poco sobre sostenibilidad.
Por un par de horas perdimos la noción del tiempo y casi se nos olvida a dónde íbamos. Cuando fuimos conscientes, para allá nos fuimos con la sensación de que como diésemos una vuelta más por la ciudad, algo más nos encontraríamos y nos perderíamos definitivamente el concierto por el cual habíamos salido de casa. Asique sin levantar la vista del suelo, nos dirigimos a nuestro concierto, no fuera a ser que saliese otro evento de la nada.