Siguiendo esta serie de viajes que siempre que puedo intento realizar llegamos a Amberes. Amberes es toda una ciudad. Una ciudad, ciudad. Bueno, cómo lo queramos llamar. En Bélgica, si apartamos Bruselas no estamos acostumbrados a ver grandes urbes y es que abunda la población de extrarradio dispersa por toda la geografía. Dato: Bélgica es uno de los países con mayor densidad de población por área de Europa junto a los Países Bajos.
Pero dejémonos de datos técnicos y vamos con la visita.
Nada más bajarnos del tren, la vista ya nos impresiona. ¡Qué maravilla de estación! La estación de trenes de Amberes es todo un palacio lleno de reflejos dorados, así como una galería comercial.
Empezamos nuestro recorrido por la calle Meir, una de las calles más comerciales de la ciudad, pudiendo encontrar la mayor parte de las tiendas de ropa más famosas. La calle está llena de palacios, reflejo del influyo monetario que llegaba a Bélgica durante la época colonial. Destacan las estatuas de pintores como Van Dyck, la famosa mano, el palacio Stadsfeestzaal que es un centro comercial y el Palacio de Meir, antiguo lugar de residencia de Napoleón que curiosamente se ha convertido en una de las chocolaterías más importantes del país. El propio olor en la entrada os lo dirá. En la plaza junto al palacio, está la Rubenhuis, o casa de Rubens, el famoso pintor de la escuela flamenca.
Llegamos a Groenplaats, presidida precisamente por la estatua Rubens. Ya en este punto, es posible que nos topemos con el ambiente universitario de la ciudad, puesto que en la misma plaza se encuentra un edificio de una de las universidades de la ciudad. Por supuesto, lo que más llama la atención es la visión de la espectacular catedral de Amberes. Una de las curiosidades de ella es que en principio iba a tener dos torres, pero se quedó en una por falta de financiación, una pena. Las calles circundantes están llenas de animadas cervecerías, restaurantes de todas las partes del mundo, y alguna que otra tienda de souvenirs.
Nuestra siguiente parada fue la Grote Markt, en la que nos encontramos con el monumental ayuntamiento (Stadhuis) de la ciudad. El escudo de la fachada es el escudo español de la época de los austrias, y es que, Amberes fue la ciudad más importante de los Países Bajos Españoles entre los siglos XVI y principios del XVIII. La plaza se encuentra rodeada por las casas gremiales, que generalmente están rematadas por figuras de oro en sus tejados. En el centro, está la estatua de Silvius Brabo, personaje legendario que cortó la mano al gigante que había en el río. Fue por este hecho del que deriva el nombre de la ciudad.
A continuación, pasamos por el río Escalda y al castillo que se encuentra en su orilla, T’Steen. Este último es de visita obligada. Una buena idea es seguir el curso del río hacía la desembocadura, y en unos minutos llegaremos al museo MAS. Este moderno edificio ofrece las mejores vistas de Amberes. Además, se puede subir a la azotea, desde donde se domina el puerto, el río y toda la ciudad en sí misma.
Volviendo al centro, tuvimos la oportunidad de pasar por el famoso Barrio Rojo de Amberes, una de las zonas más pintorescas sin duda de la ciudad. También es muy recomendable (está de camino) pasar por la iglesia de San Carlos Borromeo (Sint-Carolus) y ver la plaza que tiene a la entrada. El edificio tan llamativo que hay en ella, es una de las bibliotecas de la ciudad.
Si todavía queda tiempo, Amberes ofrece muchos más planes. Si no se quiere andar, nada como disfrutar de una De Konnick, la cerveza típica de la ciudad, en uno de los bares decorados con madera del centro. Para los que quieran seguir andando, en función de los gustos de cada uno, no hay que dejar de lado la visita a la Vleeshuis, entrar en la casa de Rubens (el precio de la entrada es de 1 € para menores de 26 años), visitar el artístico barrio de Zuid, tumbarse en el Stadspark o incluso ir de tiendas por la calle Meir.
A la vuelta en la estación de trenes, se puede pasar por una de las zonas más impresionantes de Amberes. Si te bajas en la estación de trenes de Berchem tendrás la oportunidad de ver una zona con un buen puñado de mansiones muy pintorescas. La visita lleva unos pocos minutos y habrás vuelto a Bruselas viendo las casas más bonitas de la ciudad.
Por cierto, si quereis saber más cosas sobre Amberes, pasaos por el blog de mi colega Ignacio.