Algunos artistas viven en la pobreza y el desconocimiento y encuentran la fama después de morir. Para Michiel Coxcie fue al revés. El pintor flamenco fue uno de los más exitosos e influyentes del siglo XVI, pero en la posteridad se convirtió en un artista minoritario conocido por copiar el trabajo de otros. El museo M en Lovaina es el encargado de reivindicar el lugar que se merece con “Michiel Coxcie, el Rafael flamenco”, una exposición que durará hasta el 23 de febrero.
El proyecto es el fruto de cuatro años de investigación comisionado por Peter Carpreau y pretende mostrar al público que Coxcie era un pintor de primera clase y un icono europeo. También intenta centrar la atención en una era poco reconocida de la historia del arte de Flandes, entre los flamencos primitivos que aparecieron en el siglo XV y el periodo barroco representado por Rubens en el siglo XVII. Las obras están distribuidas en seis salas y, en ellas, el estilo de Coxcie queda expresado en un itinerario que permite al visitante conocer las diferentes fases artísticas del autor, su paso por Roma y su influencia en el movimiento contra-reformista.
Coxcie nació probablemente en Malinas alrededor de 1499 y aprendió en el taller de Bernard van Orley en Bruselas. Allí adquirió conocimientos acerca de los flamencos primitivos, caracterizado por un detalle meticuloso, una gran importancia del paisaje y los retratos expresivos. A través de van Orley, el joven pintor hizo contactos que le permitieron viajar a Italia, donde se quedaría una década estudiando el arte de las antigüedades y el trabajo más reciente de los artistas del Renacimiento como Leonardo da Vinci y Rafael. Sus conocidos en Roma incluían a Miguel Ángel y el historiador de arte Giorgio Vasari.
En 1539, Coxcie volvió a Países Bajos, trayendo consigo un gran conocimiento del estilo y los métodos del Renacimiento italiano. Esto incluía un dinamismo en agrupar y posicionar figuras, gracias al estudio de la escultura clásica y una manera más liberal de trabajar con el color y la forma. En este momento, esta aproximaciones a la pintura eran relativamente desconocidas en Flandes. El trabajo de Rafael se había visto vagamente en Bruselas en 1516, cuando sus modelos de tapices para la Capilla Sixtina llegaron a la ciudad. Sin embargo, solo aquellas personas con acceso a los talleres de tapicería habían visto estos dibujos antes de que fueran cortados para usarse en el tejido.
Otros pintores flamencos visitaron Italia después, pero ninguno tanto tiempo como Coxcie. De esta manera, cuando su retablo representando “La Sagrada Familia” se colocó en la “Catedral de Nuestra Señora” en Amberes causó una conmoción Era la primera pintura con un estilo del Alto Renacimiento que era accesible para todos. Al principio del siglo XVII, la obra se añadió a la colección del Emperador Rodolfo II en Austria y luego se trasladó al monasterio Kremunster.
La habilidad de Coxcie de pintar trabajos monumentales de este tipo ensalzó rápidamente su reputación. No obstante, era más que un simple imitador del estilo italiano, ya que su aproximación también incorporaba elementos del estilo de los flamencos primitivos unido al poder visual de sus trabajos. Se convirtió rápidamente en un favorito de los Habsburgo, encargándose del patronaje de Carlos V y María de Hungría, lo que le ayudó a conseguir encargos para pinturas de iglesias y tapices, todo ello expuesto en la exhibición. Después, pasaría a ser en el pintor de la corte de Felipe II, quien le dió una libertad sin precedentes para trabajar en la región.
Fue Felipe II el que instó a Coxcie para producir una copia de “L’agneau mystique” (“El cordero de Dios”) , el inmenso retablo de Jan van Eyck en la Catedral de Sint-Baafs en Gante, al no haber podido convencer a la iglesia de que le vendiera el original. Coxcie se instaló en la catedral desde 1556 hasta 1558 produciendo una réplica a escala que se asemejaba al estilo de van Eyck, pero también introducía pinceladas del estilo italiano y su propio patrón en los paneles exteriores. Es la pieza clave de la exposición puesto que es la primera vez que se exhibe en 200 años. ”Me siento muy satisfecho, es la primera vez que se ha podido reunir todas las obras para recopilar ‘L’agneau mystique”, confesó Carpreau al periódico ABC. El comisario aseguró que había sido un gran trabajo por las negociaciones con otras colecciones europeas y el transporte de las obras.
Durante la lucha entre la iglesia protestante y la católica, muchas de sus mejores obras fueron destruidas o eliminadas de las iglesias. Se implicó en el conflicto religioso con ánimos de venganza, colocándose del lado de la Contrarreforma católica y convirtiéndose en uno de sus propagandistas. Sus sentimientos políticos se aprecian en su retablo de San Jorge, que es esencialmente un autorretrato. Coxcie se representa a si mismo delante de un dragón derrotado con una lanza rota en la mano y vistiendo una armadura ornamentada que recordaba a la del Duque de Alba.
Esta confianza en sí mismo (o arrogancia, según se mire) estaba sustentada en una influencia real. De hecho, Coxcie pidió ayuda a sus patrones cuando su casa en Malinas fue saqueada y cuando su hijo tuvo problemas con la Inquisición. Además, cuando necesitó una determinada sombra de azul para “L’agneau mystique” , simplemente escribió al pintor Tiziano residente en Venecia, para que se lo mandara. Coxcie ejerció una gran influencia artística. La exhibición evidencia que Rubens estudió su obra y que Coxcie actuó como un puente entre los flamencos primitivos y el Barroco.
¿Qué hizo que la reputación de Coxcie declinara tanto? Parte de culpa recae en los iconoclastas que destruyeron parte de su trabajo más destacable. En este caso, quien ríe último no ríe mejor ya que aunque Coxcie consiguiera encargos para reponer los retablos perdidos, era anciano y sus aptitudes se encontraban desmejoradas. Él continuó pintando, y cayó en su muerte desde un andamio en 1592 mientras restauraba una de sus pinturas en el ayuntamiento de Amberes.