Y seguimos descubriendo Lovaina. Aún no habíamos visitado la Abadía de Keizersberg, pero nos habían dicho que las vistas desde allí eran espectaculares ¡y no nos las queríamos perder! Pero la cuesta para llegar hasta allí fue dura… A pesar de ya estar tan acostumbrados a la bici, tuvimos que bajar y hacerlo a pie.
Una carretera que sube por la colina rodeando una muralla. Se ve que la abadía fue construida en el antiguo terreno de un castillo de modo que le da ese aire de fortificación. Se trata de una abadía benedictina del siglo XIX que fue construida por los monjes de la Abadía de Maredsous. Inicialmente esa colina tenía una historia separada pero se unió en 1895 para poder construir la abadía.
El monasterio fue inaugurado en 1898 y alojó inicialmente a 14 monjes, pero después de las dos guerras mundiales, y con las luchas lingüísticas que hubo en el país y la división de la Universidad de Lovaina, el número de monjes cayó en picado. Fue a partir de ahí que se habilitó la abadía como residencia para estudiantes (sólo para chicos), pero compaginándolo con la vida de los monjes que aun siguen ahí. Es un lugar también de culto para todas aquellas personas que quieren ir ya que la abadía sigue en funcionamiento.
A la izquierda de la abadía una imperiosa estatua domina la ciudad de Lovaina. Se trata de una estatua de la Virgen María de 7 metros que fue construida en 1907. Las vistas a la ciudad son impresionantes, una de las mejores vistas de Lovaina después de la torre de la Biblioteca Central. No desaprovechéis la oportunidad de subir la colina y pasear por el parque que rodea la abadía (¡que con un poco de suerte también veréis un rebaño de ovejas!).