La primera guerra mundial es uno de los temas predilectos en la cultura belga. Cualquiera que haya estado en el mirador de la plaza Polaert ha visto el monumento a los caídos o el de agradecimiento a las tropas inglesas por su ayuda en los conflictos. Otros homenajes en cambio pasan más desapercibidas, como la estatua de Gabrielle Petit en la plaza Saint Jean de Bruselas, o el hospital Edith Cavell en Uccle.
Ambas son enfermeras, Cavell británica y Petit belga, y son fusiladas por colaborar con los Aliados durante la primera guerra mundial. Cavell ayuda a miles de soldados aliados a salir de Bélgica, ocupada en ese momento por los alemanes. Además, pertenece al servicio de inteligencia secreto británico. Finalmente es detenida a través de un soldado alemán infiltrado, que se presenta como un aviador francés herido. Es encarcelada en la prisión de Saint Gilles y admite las acusaciones. Ante las protestas internacionales que despierta su juicio es fusilada en un complejo militar belga en Schaerbeek. La heroica muerte de Cavell la convierte en una mártir, e historias como las suyas sirven al pueblo británico en su propaganda anti-alemana.
Gabrielle Petit realiza igualmente espionaje para el bando aliado, transmitiendo el avance de las tropas alemanas en Francia. Es detenida e interrogada alguna vez por la policía secreta alemana que la considera sospechosa. Sin embargo es liberada y continúa con su labor bajo el apodo de Mlle Legrand. Finalmente es detenida el 3 de marzo de 1916, juzgada por un tribunal alemán, y fusilada en el mismo campo militar que Cavell. Una vez terminada la guerra sus restos serán exhumados y la reina Isabel de Bélgica le concede la cruz de la orden de Leopoldo (orden militar y civil belga más importante) en un evento popular muy emotivo.