Vas caminando por una callejuela cerca de Boulevard Anspach (en el centro de Bruselas) y, de repente, ¡zas! te encuentras con el Canal de Bruselas y, justamente, delante de Bruxelles Les Bains, donde podemos disfrutar de distintas cocinas del mundo. O podemos aparecer en Sint Katelijne y meternos en uno de los numerosos restaurantes que hay por la zona. Lo bueno de Bruselas es que sabes dónde empiezas, pero no dónde vas a acabar.
Porque eso es lo que más fascina de Bruselas. La ciudad parece que tiene vida propia y que lugares que jurarías que estaban separados por varios kilómetros (como por ejemplo el barrio de Les Marolles y la parte más chic de la ciudad) se encuentran juntos, calle con calle.
Otra cosa fascinante de Bruselas son sus estatuas. Aparte del archiconocido Manneken Pis, podemos encontrar cerca del Delirium Tremens su versión femenina, la Jeanneke Pis. Pero la ciudad incluso colocó en el centro de la ciudad otro miembro a esta familia, el Zinneke Pis, un can que se encuentra en la Rue des Chartreux y que si vas con mucha prisa, ni te fijarás de su realismo.
Además de estas, podemos encontrar otras estatuas en posiciones más favorecedoras o no. Por ejemplo, cerca del Canal encontramos una pareja de lo más singular: un ladrón y un policía que ha invertido los papeles, el ladrón pilla al policía. La estatua se llama Vaartkapoenen y está en la Plaza de Sainctelette. Otra estatua que, esta sí, es un monumento en si misma. Estamos hablando de la estatua de Everard’t Serclaes, un ciudadano belga famoso por defender la ciudad en el siglo XIV. Podemos encontrarla en la Rue Charles Buls (que tiene también una estatua cerquita de la Gare Central), una de las calles cercanas a la Grand Place.
Para terminar, os informaré de que podemos encontrar por la ciudad dibujos de comics europeos famosos (hay incluso una ruta para poder verlos a todos) y, decorando algunas de las paredes de la ciudad,, representaciones de videojuegos famosos como el Space Invaders. Una ciudad cambiante, distinta y digna de ser explorada.