La primera vez que fui a Brujas me pasó una cosa muy curiosa y bastante habitual en el comportamiento del ser humano. Iba andando por la calle, mirando como autentica guiri cada una de las esquinas de la ciudad, alternando la arquitectura de las casas con los apetitosos escaparates de las chocolaterías, hasta que de pronto un grupo de gente agrupado de forma desorganizada sobre una pequeña ventana de cristal me hizo por unos minutos dejar de mirar el resto de edificios de la calle. Por inercia me fui directa a unirme al grupo, quería ver lo que a todos atraía
Era algo así
Incluso alguno se ponía de puntillas para que su vista alcanzase lo que estaba sucediendo en el interior de la pequeña tienda situada en calle Mariastraat, muy cerca de la Catedral San Salvador de Brujas.
Lo que escondía esa cristalera era la demostración en directo de las famosas piruletas redondas y los caramelos de la confitería Zucchero. Ya nos habían advertido de que las casas en Brujas no se comían, pero sí nos estaban incentivando a hacerlo como en el cuento de Hansel y Gretel.
Dos jóvenes amasaban bloques de caramelo para convertirlos en bonitas piruletas con sabores variados. Pero lo mejor es que en el interior de la tienda podías encontrar además de estas piruletas, cientos de frascos con caramelos de colores, piruletas pequeñas y grandes, bastoncitos de caramelo… Toda una perdición para los amantes de este dulce.
Los frascos variaban de precio según la cantidad de caramelo que contuviesen (entre 4€ y 10 €) y del envoltorio (cristal o plástico). Pero si lo que buscas es algo más especial, como por ejemplo un souvenir personalizado, en la confitería puedes pedir que te hagan un caramelo o dulce para la ocasión.
De esta forma, ahora que llega la época de compras de Navidad quizá es un buen lugar para comprar un regalo para la familia y los amigos. Seguro que les gustará.