Ypres, la reliquia desconocida para la mayoría de turistas españoles, es la cuarta ciudad en número de habitantes de Flandes Occidental. Una ciudad que ha vivido en primera persona las consecuencias de la devastadora Gran Guerra, cuyos cultivos se transformaron durante cuatro sangrientos años en trincheras y que vio reducido cada una de sus calles a cenizas, emana calidez de sus gentes quienes intentan acercar un pasado paralizado en sus mentes a todos los foráneos interesados en la I Guerra Mundial.
En 1914, ningún ciudadano de la tranquila Ypres podría imaginarse que aquel lugar pasaría la historia como El Saliente de Ypres por estar rodeada a tres lados por las tropas alemanas, mucho menos que en sus tierras se utilizase por primera vez en la historia el gas venenoso como armamento químico o “iperita”, ni que los campos de una ciudad de apenas 40.000 habitantes pudiesen guardar las almas del medio millón de soldados y civiles víctimas del odio y la estupidez humana.
Tras cuatro años de destrucción y muerte, donde las víctimas dejaban de tener familia, pasado y rostro, donde no había cabida a la piedad ni delicadeza y regía la ley del más fuerte, las ruinas de Ypres emergían entre las tinieblas de una gran nube de polvo y un silencio desolador y abatido. En palabras del propio Churchill, Ypres debía ser vestigio de una masacre, un destrozo de tal magnitud tenía difícil solución. Sin embargo, las familias flamencas no podían permitir que esta trágica historia se cerrase con un final amargo. Ypres seguía teniendo vida, Ypres no podía pasar a la memoria como la gran víctima de la I Guerra Mundial, Ypres quería mostrarse más fuerte que nunca ante las adversidades de la vida. Y así fue como durante años una reconstrucción lenta pero continua dio como fruto a esa ciudad enriquecida por la industria textil de amplias plazas regidas por verdaderos monumentos como la Catedral de San Martín.
Aunque si algo tenían claro los habitantes de Ypres, es que 500.000 vidas no puede caer en el olvido y que la única forma de evitar una contienda de ese calibre es teniéndola presente para futuras generaciones. Tanto fue así que hoy en día los memoriales a las más de 50 nacionalidades caídas en las tres batallas de Ypres brotan entre las amapolas de unos campos teñidos de rojo intenso por el dolor humano entre el 1914 y 1918.
Es por esto que la visita a Ypres es una parada obligatoria en nuestra ruta por Flandes. Entre los mayores atractivos de la ciudad podemos encontrar la suntuosa plaza de Grote Markt, el Ayuntamiento reconstruido al detalle con su particular reloj y la Catedral. Tampoco podemos obviar la Puerta de Menin o Menenpoort, un memorial a los más de 50.000 soldados británicos, canadienses, australianos y sudafricanos entre otros cuyas tumbas son desconocidas donde cada día a las 20h desde el 1928 se celebra el “Last Post”, un último adiós a las víctimas de la Gran Guerra. Entre los 150 cementerios que rodean la ciudad, cabe destacar el Tyne Cot Cemetery, el mayor cementerio militar de la Commonwealth en el mundo donde descansan 11.954 soldados y un gran memorial recuerda a los casi 35.000 cuerpos no encontrados. Además, también pueden visitarse las “Trincheras de la Muerte” donde los soldados sufrieron graves penurias, frío y hambre en una nueva forma de guerra: la guerra de trincheras.
Por último, os dejo este vídeo del museo In Flanders Fields Museum, un museo interactivo que dará nombres a muchos de los fallecidos que solo son recordados en cifras y nos revelará de manera más personalizada la vida en los años de guerra.
Horario
Del 1 de Abril hasta el 16 de Noviembre: de 10 am a 6 pm
Precios
Adultos: 9€
Jóvenes (18 – 25 años): 5€
Jóvenes (7 – 18 años): 4€
Niños (<7 años): gratis
Si tenéis alguna duda sobre vuestra próxima visita a Ypres, estaremos encantados en responder a vuestros comentarios.