Para muchos españoles, la palabra beguinaje puede ser muy poco familiar o incluso desconocida. Sin embargo, los beguinajes constituyen una de las mayores atracciones turísticas de la región de Flandes y Países Bajos, de hecho muchos de ellos están incluidos en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Aunque los más populares los podemos encontrar en Brujas, Ámsterdam o Lovaina, los de Gante no dejan de tener ese encanto de un lugar anclado en el pasado, libre del ruido urbano y en perfecta conexión con la naturaleza que los rodea.
Pero antes de adentrarnos en los tres beguinajes que tiñen de blanco muchas de las calles de Gante, hay que saber qué son exactamente y cuál era su función.
El origen de la palabra beguinaje proviene de beguina. Las beguinas eran mujeres solteras o viudas debido a las continuas guerras, que vivían en comuna por necesidad. A pesar de proceder de un amplio espectro social, aquellas con peor situación económica solo eran aceptadas si podían contar con un benefactor que se encargase de sus gastos. Las beguinas no pertenecían a ningún tipo de jerarquía religiosa ni laica, es más, ni siquiera estaban comprometidas por votos de tipo monástico, sino promesa de castidad.
Muchas de ellas fueron perseguidas durante siglos siendo acusadas de brujas o herejes perdurando las últimas comunas en Flandes y Países Bajos, la última beguina de Gante murió hace apenas 8 años.
Su legado nos ha regalado preciosos poblados dentro de las ciudades flamencas donde decenas de casitas blancas, granate o marrones aguardan un jardín interior reinando la paz por encima del bullicio de las ciudades. Perderse por los corredores adoquinados de cualquier beguinaje supone entrar en contacto con la naturaleza sin salir de la capital. Tal es la herencia de las beatas que estos barrios originalmente amurallados parecen conservar el aura y el espíritu de dichas beguinas.
Concretamente en Gante podemos encontrar tres beguinajes, dos de ellos declarados Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Pequeño Beaterio de Nuestra Señora Ter Hoyen
Esta pequeña barriada colindante a la calle Lange Violettastraat esconde tras sus sobrios muros una verdadera aldea ajena al tránsito urbano. Rodeada por casitas de colores granate, es destacable el pequeño prado centro del beaterio, antiguamente cementerio a los pies de la Iglesia de Nuestra Señora Ter Hoyen. El Pequeño Beguinaje que data de 1.235, también está compuesto por varios conventos, la Capilla de St. Godelieve y la del Santo Sepulcro. Desde 1.998, este pequeño santuario de paz forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Gran Beaterio de Santa Isabel
Si algo particulariza a este gran beguinaje a las afueras de Gante, concretamente en el distrinto St. Amandsberg, son las 80 viviendas, 14 conventos, la enfermería, la iglesia y la capilla que lo componen. Aunque más sorprendente aún es que los 600 obreros encargados de levantar esta pequeña ciudad dentro de la propia Gante consiguiesen hacerlo en el tiempo récord de menos de dos años. El Gran Beaterio del año 1874, también reconocido por la Unesco, vino a sustituir al Antiguo Beaterio de Santa Isabel.
Antiguo Beaterio de Santa Isabel
El último de los tres beaterios que dan tranquilidad a la ciudad de Gante, no resistió a las sacudidas de una época reinada por los coletazos de la Revolución Francesa. Fue por ello cuando en 1873, las beatas debieron abandonar el Antiguo Beaterio para comenzar su nueva vida en St. Amandsberg. El Antiguo Beaterio de Santa Isabel vio su esplendor en el siglo XIII, cuando se convirtió en una verdadera capital de beatas con una iglesia, la casa de la superiora, una enfermería, una capilla en incluso un prado de blanqueo. Actualmente se le conoce como “el rincón santo” por las cuatro iglesias distintas que alberga: la Iglesia Católica de Santa Isabel, la Ortodoxa Iglesia del Santo Apóstol Andrés, La Iglesia Protestante del Rabot y la Anglicana de Saint John’s Church.
¡Ojo para los que busquen un poco de paz en los beaterios de Gante!, los amurallados abren sus puertas de 6:30am a 9:30pm.