El pasado domingo 3 de abril tuvo lugar la que puede haber sido la carrera más apasionante del ciclismo flamenco en los últimos años. Miles de aficionados abarrotaban la plaza principal de Brujas esperando ansiosos el comienzo de la centenaria Ronde Van Vlaanderen. Y puesto que 100 años no se cumplen todos los días, era de esperar que un público comprometido estuviese a pie de cañón. ¿La sorpresa? El resultado. Por primera vez en la historia del ciclismo belga, un eslovaco, en concreto Peter Sagan, consiguió pasar a la historia no sólo por ganar el Tour de Flandes, sino también por conseguir el Gent-Wevelgem, la clásica ciclista belga disputada el último domingo del mes de marzo, algo que no ocurría desde el 1985.
El recientemente apodado “Pedro el Grande” debe su nombre a una carrera de ensueño, donde el potencial y fortaleza del campeón mundial en 2015 estaban a simple vista. Tanto fue así que cruzó la línea de meta en solitario tras haber recorrido varios kilómetros sin presión alguna de sus compañeros. Como no podía ser de otra manera, la celebración en Oudenaarde tuvo forma de caballito entre los vítores de una afición incrédula ante tal victoria.
Pero éstos no fueron los únicos sucesos destacables de una ronda con más de 250 km de recorrido. Las continuas caídas de los favoritos dieron un sabor algo amargo a este cien cumpleaños, destacando Greg Van Avermaet, Arnaud Demare y Tiesj Benoot. No dio menos de hablar que el rey de Bélgica sustituyese su tradicional toque de salida en Brujas por la visita a unos pacientes hospitalizados.
Tras doce intensos muros donde la competitividad y el sacrificio no faltaron en ningún momento, los 19 segundos que separaban a Cancellara y Vanmarcke del quinto ganador del Tour de Flandes en vestir maillot arcoíris, se convirtieron en tan solo 13, no siendo esto impedimento para una victoria más que sobrada.
Como no podía ser de otra manera, el Tour de Flandes acabó con una fiesta “de cien” en la plaza Stadhuis. Todo esfuerzo merece su recompensa… como una buena cerveza belga.