Siempre me han gustado los restaurantes exóticos y disfrutar de nuevos sabores. Sin embargo, el problema de probar comidas de distintas culturas es que nunca sabes si lo que te estás llevando a la boca es de calidad o no o hasta qué punto se ajusta a la receta original. Por eso, nunca está de más rodearse de buenos amigos autóctonos que te recomienden de primera mano restaurantes y platos. Así, de la mano de nuestro amigo Kwok de Hong Kong nos dejamos aconsejar por él a la hora de probar la comida cantonesa.
El lugar al que nos llevó se llama Ni ShiFu y se encuentra en Breydelstraat 8, cerca de la Estación Central pero fuera del barrio chino. El lugar, no muy espacioso pero acogedor y con una impresionante instantánea del puerto de Hong Kong, se compone de mesas redondas con una pieza central (también redonda) giratoria, donde se colocan los distintos platos para facilitar que todos los comensales alcancen por igual los platos sin levantarse ni molestar al resto. Este tipo de mesa, según nos contó Twok, es típica de los restaurantes chinos tradicionales así como la costumbre de beber té durante la comida. El té se paga únicamente la primera vez (50 céntimos) y los camareros se encargan de recargarte la bebida de manera ilimitada.
De la comida poco os puedo decir salvo que se nota la diferencia con otros restaurantes: algunos platos te pueden gustar más o menos, pero seguro que no te dejan indiferente. A nosotros nos encantó y quedamos satisfechos por un precio razonable (unos 7 euros por persona). Os recomiendo que, si vais en grupo, aprovechéis para probar un poco de todo.
Soy Marina y desde hoy hasta junio soy la corresponsal de este blog en la ciudad de Amberes. Estudio Lenguas Modernas, Cultura y Comunicación en inglés y alemán en la UAM . Tal vez no lo sepáis, pero tanto el inglés como el alemán tienen una hermana no tan agraciada actualmente: el neerlandés. Por lo tanto, si sabes inglés y, especialmente, alemán ya tienes mucho camino recorrido en el aprendizaje de esta lengua (con nada más y nada menos que 38 millones de hablantes). Con lo cual, aprender neerlandés resulta una oportunidad difícil de desperdiciar (la típica oferta 3×2).
Por otro lado, resulta casi imposible evitar admirar la belleza de Flandes y sus ciudades portuarias, que nos dejan estampas dignas de ilustrar postales de Navidad. Paseas por Amberes y degustas de manera gratuita infinidad de sabores y matices del arte: el arte religioso y mitológico, el arte gastronómico, el arte moderno, el arte de la aristocracia, el arte de la moda e incluso el arte industrial.